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Somos parte del enorme mundo chejoviano

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Somos parte del enorme mundo chejoviano

(Reunión con personalidades del teatro ruso y extranjero (con motivo del 150 aniversario del nacimiento de Antón Chéjov)).

Dmitri Medvédev:

En la vida de cada persona las casualidades tienen una enorme importancia. Por ejemplo, en mi vida me tocó la casualidad de que mis padres tuvieran en casa la obra completa de Chéjov, y en aquellos tiempos soviéticos había cierta escasez de libros. Es decir, leíamos lo que teníamos en casa.  Y eran afortunadas las personas que tenían, digamos, una obra completa.

La obra completa chejoviana - , acabo de verla aquí, que es de color verde, de 12 volúmenes, incluida la parte epistolaria, publicada en los últimos volúmenes - ,  fue mi obra predilecta, la que empecé a leer a finales del cuarto curso de  primaria. Resultó que leí toda la obra.   
Primero me interesaban los relatos humorísticos de Antosha Chejonte, después pasé a los relatos serios y finalicé con las obras teatrales. Para mi propia sorpresa, en un momento empecé a leer sus cartas, aunque no es en absoluto un género literario para jóvenes. Yo sinceramente, me siento feliz, porque si no lo hubiera hecho entonces, no sé cuando habría tenido otra posibilidad de leerlo. A mi modo de ver, Chéjov es un gran autor de los siglos XIX y XX, y que es no sólo un gran escritor ruso, sino un literato que nos une a todos nosotros, a los que están sentados en torno a esta mesa, a todos los que han dedicado su vida al teatro.

Para mí es muy agradable que la primera parte del día de hoy – día del aniversario chejoviano – la vamos a pasar en su patria, sumergiéndonos en la atmósfera de una cuidad de provincia – Taganróg. La ciudad sigue siendo provincial, aunque al mismo tiempo se ha modernizado, pero esa parte suya de los barrios con casas bajitas de un piso recuerda, a lo mejor, aquella ciudad, donde vivió Antón Chéjov. No sé como se sienten Vds., pero para mí estar aquí es todo un acontecimmiento, y un acontecimiento muy agradable.
Mientras volaba en avión me di cuenta de que prácticamente todos los participantes de la reunión de hoy de una u otra manera (por supuesto que no hace falta siquiera mencionar a los grandes directores teatrales, artistas o a nuesrtos distinguidos invitados extranjeros) han abordado durante su carrera profesional la obra chejoviana: han puesto en escena sus obras o han interpretado a sus personajes. Ello nos une de manera muy fuerte, porque todos nosotros somos parte del enorme mundo chejoviano, del mundo de un hombre pequeño y al mismo tiempo de un gran universo, aunque muchos de los aquí presentes han leído tan sólo las traducciones de las obras de Chéjov. 

Quisiera hablar hoy con Vds. no sólo del aniversario  chejoviano, sino también de un tema más genérico – del teatro. El presidente no siempre tiene esta grata posibillidad, pero a veces visito a los colegas rusos aquí presentes. A mí me interesarían mucho sus opiniones, porque las artes teatrales son muy peculiares y uno empieza a entenderlo con mayor claridad en la época de una explosión informativa, cuando surge el diliema de cómo se desarrollarán las artes en general, qué va a pasar con el teatro, si podrá el teatro competir con otras formas creativas que tienen otras manifestaciones artísticas. A lo mejor, son preguntas eternas, sin embargo en todo caso son de gran actualidad hoy, porque nos toca vivir en la época informativa global.

Hablemos de lo que os preocupa. Quisiera agradecerles de todo corazón la gentileza de venir a Rusia, de estar hoy con nosotros en Taganróg, de celebrar juntos el 150 aniversario chejoviano.

Los aniversarios en general es una cosa curiosa que a veces le entristece a uno, haciéndole pensar en lo que has logrado o no en tu vida.  Hoy pensé en lo que logró hacer Chéjov y tuve un pensamiento algo triste, porque Chéjov falleció a la edad de 44 años -, yo también tengo ahora 44 años – y, cuando siendo niño, leía obras de Chéjov, me parecía que el autor fuera  un anciano, casi un León Tolstoi, pero con una barba menos espesa. Sin embargo Chéjov también llevaba barba y gafas. Y se me ocurrió que Chéjov ya ha culminado su vida, después de haber escrto obras inmortales que gozamos leyendo hasta hoy día. También es un motivo para reflexionar.  
 

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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