El gran simulacro de Marjah

Lo que podría ser una perfecta oportunidad para una operación psicológica especial conjunta de las tropas de la OTAN para acorralar y capturar a los narcoislamistas con una incursión sorpresiva, se ha transformado en una operación ‘moshtarak’ ("juntos", en dari) anglo-estadoundense-afgana, trasmitida por la televisión pero estropeada por el caos.

Desorden del mando y del control

¿Quién manda? ¿Políticos o militares: la ONU, la OTAN/ISAF, o la ANSF?

A juzgar por las declaraciones, la operación se lleva a cabo por fuerzas nacionales de Afganistán. A juzgar por los videos transmitidos, se trata de infantes de marina estadounidenses, dejando aparte al verboso comandante británico para que desfile ante las cámaras con aire de un presuntuoso general “afgano”. 

Diferencia de objetivos

Los objetivos de la misión de Marjah se han perdido en vanas y cacofónicas declaraciones sobre “el premio principal”. ¿Serán territorios,  habitantes, campos de opio,  laboratorios y alijos del Talibán? ¿Minimizarán el daño colateral o separarán y protegerán a los habitantes contra los insurgentes narcotráficantes?   

Teatro Kabuki

Este espectáculo en tiempo real, detalladamente orquestado con la asistencia de unos 15.000 efectivos dotados de armamento pesado para la batalla “más importante de todos los tiempos” y dispuestos a lanzar un ataque contra “las fuerzas del mal”, ocurre en medio de chozas hechas de barro y asombra por su tragicómico absurdo.

Para reprimir el esporádico fuego de armas ligeras, al estilo de los tiroteos en las universidades estadounidenses, bastaría con que los infantes de marina desborden los flancos adversarios para disparar con certeza o usen las granadas de mano. En vez de ello, se llamó a un B-1, que costó un billón de dólares, para que lanzara una bomba de 500 libras e inmediatamente se procedió a un ataque masivo de misiles para  hacer disipar cualquier ilusión sobre el afán de “proteger a los habitantes” y la “cara afgana” de la operación de Marjah.

Misión cumplida

Ha sido una historia de éxito vertiginoso el poder avisar a los narcotraficantes islamistas para que, sanos y salvos, abandonen el sitio de este simulacro de batalla y retiren intactos del peligro sus tesoros – el opio recolectado durante tres años.