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Carrera contra el tiempo. Reportaje Especial desde Haití

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Han pasado más de cinco días desde que la tierra se estremeció y se ‘"tragó" la vida de miles de personas en Haití. Son pocas las esperanzas que existen de encontrar a alguien con vida bajo los escombros, pero los equipos de rescate no ceja en su empeño. Cada mañana los contingentes de ayuda inte
Carrera contra el tiempo. Reportaje Especial desde Haití

Han pasado más de cinco días desde que la tierra se estremeció y se ‘"tragó" la vida de miles de personas en Haití. Son pocas las esperanzas que existen de encontrar a alguien con vida bajo los escombros, pero los equipos de rescate no ceja en su empeño. Cada mañana los contingentes de ayuda internacional se reúnen con el coordinador general de Naciones Unidas para repartir las zonas en las que desarrollan los trabajos de rescate.

El enviado especial de RT en la isla caribeña, Alexánder Luchanínov, relata en primera persona los horrores de los que está siendo testigo, así como la labor titánica de los equipos rusos para encontrar un último halo de vida entre las ruinas. Según relata Luchanínov, la llegada del equipo ruso ha abierto una brecha de esperanza en la resignación imperante de los haitianos. 

Nadie creía que se pudiera encontrar a alguien vivo, sin embargo los socorristas rusos han rescatado con vida a una niña de unos 10 años que ha pasado tres horribles noches rodeada de los cuerpos de sus familiares. La niña va a ser atendida por los médicos rusos en el hospital móvil instalado en Puerto Príncipe.

A dos kilómetros de la zona donde se ha encontrado a la niña, los vecinos tuvieron que esperar dos días con sus dos noches a que llegara ayuda para socorrer a las víctimas atrapadas bajo los escombros. “Ese equipo es el primero que hay aquí. No hay organización internacional”, clama un haitiano. 

En su crónica, Luchanínov describe cómo los especialistas del Ministerio de Emergencias ruso tienen los cinco sentidos puestos en las calles de la capital haitiana, atentos a cada sonido y cada petición de ayuda. Fue precisamente gracias a la súplica de un vecino que se pudo salvar a la niña de 10 años.

Los cuatro aviones de carga rusos que han llevado equipos técnicos sofisticados han posibilitado también el rescate de una mujer que gritaba desesperadamente desde su cuarto de baño, en el que estaba atrapada. Luchanínov concluye que los socorristas rusos siguen buscando desesperadamente a los últimos posibles supervivientes.

A continuación les ofrecemos el dramático relato de un colombiano que sobrevivió 14 horas bajo los escombros en Haití. Hermes Peñaloza, de 45 años, logró salir con vida y recuerda cada detalle de la tragedia poco después de su llegada a Bogotá. Este testimonio fue publicado por el diario colombiano El Tiempo.

"Hermes lo recuerda todo. Los detalles están frescos y los revive ahora, en un apartamento del norte de la ciudad, donde reconstruye los hechos:

El 12 de enero pintaba como un día más. Hermes Peñaloza (soltero) estaba en una de las sedes de la ONU de Puerto Príncipe (es funcionario del organismo internacional) coordinando, junto a dos oficiales del Ejército jordano, la logística del proceso electoral del próximo 28 de febrero. Era un día regular en una oficina donde trabajaba una decena de personas. Un día común y corriente hasta que el reloj marcó las 4:53 p.m. y un terremoto de 7,0 grados sacudió con furia a la tierra.

Hermes —lo recuerda con la mirada lejana— se arrastró debajo de una mesa sin entender qué sucedía. El techo se le vino abajo y el hombre quedó atrapado bajo los escombros, pero a salvo gracias a algunos muebles y a un archivador que lo protegían de las toneladas de concreto. En el momento en que cayó el techo, ahora lo sabe, varias personas murieron al instante, entre ellos uno de los jordanos que perdió las piernas bajo el peso de los muros.

Luego llegó el silencio después del ensordecedor crujido, de los gritos. La oscuridad debajo de las ruinas. Con el sonido pendular de su voz cuenta que pasaron algunos segundos y escuchó las débiles voces de los que aún respiraban. 

Saberse solo

En ese momento logró conversar con dos de sus compañeros, que después de batallar durante una hora encontraron la manera de liberarse de su prisión. El colombiano, en cambio, no tenía posibilidad de escapar. Entonces se sintió solo, se supo solo, pero se mantuvo en una extraña calma, no vio su vida en retrospectiva, se negó a pensar en la muerte. 

Pasaron los minutos y al fondo descubrió una luz roja, era el pequeño testigo de una UPS (un dispositivo que almacena energía) que en las tinieblas brillaba como reflector. El hombre agarró el aparato y pudo comprobar en qué estado se encontraba, no estaba herido, pudo ver su refugio y se llenó de esperanza, pues tenía la certeza de que resistiría. 

Las horas pasaron, sintió las réplicas, los últimos espasmos de una tierra epiléptica y Hermes oró. Uno de los jordanos gritaba en inglés, mientras agonizaba: "¡Ustedes me están ignorando, no me dejen solo, yo soy 80 millones de personas!". El colombiano repite esas palabras que escuchaba con impotencia. También recuerda que pensó sobre qué querría decir con aquello de "soy 80 millones de personas", divagó con las posibilidades, se perdió en cavilaciones geográficas, demográficas.

Sabía que tenía que matar el tiempo o de lo contrario el tiempo y la desesperación podrían matarlo a él. Tampoco se quiso rendir al sueño. Al rato el jordano volvió a gritar "¡Ataque cardiaco!" varias veces, cada vez más débil, hasta que el sonido de su voz se desvaneció. Hermes se sume en un largo silencio. 

Morir ahogado

El tiempo pasó despacio, pero dice que no perdió la confianza en que saldría. Finalmente amaneció en un Puerto Príncipe deshecho y los rescatistas llegaron y se abrieron paso con una sierra. El lugar se llenó de humo y Hermes temió morir ahogado y pasó los minutos más angustiosos desde que todo comenzó. Finalmente la luz del sol se coló y el hombre salió. Afuera una pequeña multitud lo aplaudía. 

Entonces lloró, perdió la calma que mantuvo durante 14 horas. Las lágrimas lo desbordaron al ver la desolación, al pensar en los que quedaron sepultados, en sus amigos. Lo llevaron a un hospital y él prefirió no entrar para no quitarle el espacio a alguien que lo necesitara.

Ahora regresa a su país y luego de contar su historia a periodistas, amigos y familiares, sólo quiere comprarse algo de ropa (únicamente tiene lo que trae puesto) y descansar. Por eso va a un almacén y escoge una camisa de rayas, luego va por ropa interior. Dice que se irá un par de semanas a Bucaramanga a visitar a su familia y que luego regresará a Haití. Tiene trabajo pendiente. La vida, por fortuna, continúa".

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