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Los helicópteros rusos Kamov ganan popularidad en el mundo

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Los habitantes de la ciudad de Kumertau, situada en la región rusa de Bashkiria junto a los montes Urales, están acostumbrados al zumbido de los helicópteros. Allí el cielo siempre “esta abierto” para el vuelo, puesto que ya casi hace unos 60 años, en esta ciudad se producen los famosos helicópte
Los helicópteros rusos Kamov ganan popularidad en el mundo

Los habitantes de la ciudad de Kumertau, situada en la región rusa de Bashkiria junto a los montes Urales, están acostumbrados al zumbido de los helicópteros. Allí el cielo siempre “esta abierto” para el vuelo, puesto que ya casi hace unos 60 años, en esta ciudad se producen los famosos helicópteros Kamov y la vida de gran parte de los 60.000 habitantes de esta  localidad, la cual está estrechamente relacionada con esa fábrica.

“La sencillez, la seguridad y la fiabilidad de nuestros aparatos son la tarjeta de presentación de nuestra empresa Kamov”, asegura el director ejecutivo de la fábrica, Serguéi Mikriukov. “Esto lo saben muy bien tanto nuestros competidores, así como todos aquellos que hacen uso de nuestros helicópteros, en más de 30 países de todo el mundo”, señala.

No es difícil reconocer una aeronave Kamov y distinguirla de cualquier otra: dos rotores encima y la cola sin rotor, una innovación técnica que el famoso constructor ruso Nikolái Kamov inventó sobre todo para la aviación embarcada. Sin embargo, en nuestros días el abanico de usos de estos aparatos es mucho más amplio: desde trabajos de construcción en alturas, hasta operaciones policiales o de socorro.

La posibilidad de estar realmente suspendidos en el aire es sólo uno de los beneficios de los helicópteros KA gracias a su rotor coaxial. Esta característica puede tener importancia vital, por ejemplo en una operación de rescate cuando hace falta bajar con precisión a un socorrista a un punto dado.

El modelo KA-32 es el primer Kamov que ha recibido licencia europea. Seis de estos aparatos volarán pronto a Portugal y unos cuantos más irán a España y a Moldavia. En Suiza ya los usan para la instalación de trampolines y otras instalaciones para el esquí de montaña.

El creciente interés por estos modelos tiene otra cara de la medalla. La fábrica, construida en la época soviética, produce dentro de sus cuatro paredes todas las piezas, a excepción de los motores que se compraban a la empresa Rolls Royce. Ahora ésta debe superar su mayor obstáculo, establecer nuevas relaciones con proveedores que puedan entregar aquellas piezas que por sí misma no puede fabricar.

“Es muy complicado lograr la cooperación de los proveedores para que todo llegue según la fórmula exactamente a la hora”, es decir, recibir a tiempo todas las piezas suministradas”, lamenta Serguéi Mikriukov. “Debido a esto perdemos un tiempo precioso y dismunye el volumen de producción de los helicópteros”, continúa.

A pesar de esto el interés internacional por los Kamov (alrededor del 80% de la producción se va al extranjero) hace pensar que los problemas serán superados en el próximo futuro. Mientras tanto, los ingenieros de la fábrica ya tienen ideas para crear helicópteros de una nueva generación, cuya velocidad superará los 500 kilómetros por hora, dando así comienzo a una nueva serie de marcas mundiales para repetir la gloriosa historia de récords logrados por estos aparatos.

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