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El sueño de Guido

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El sueño de Guido

Esta es una historia de lo que se puede lograr con determinación y voluntad.

Remontémonos a mediados del siglo pasado cerca de la bella Florencia, a las poblaciones de Anchetta y Vallina. Ambas poblaciones están separados por el río Arno de aproximadamente 90 metros de ancho.
Para el transporte y el comercio se comunicaban por medio de una pequeña barca de remos, cuyo dueño era Guido Bartoloni, quien dicho sea de paso, ya estaba cansado de su oficio de barquero puesto que el trabajo era duro y la paga era poca.

A mediados de 1946, Guido tuvo una idea que fue tomando cuerpo en su mente, hasta que en febrero de 1947 decidió poner manos a la obra. Su idea era construir un puente que uniese a Anchetta y a Vallina, en el lugar donde el río era más angosto, y que justamente era frente a su casa. Para ponerla en práctica, una mañana de febrero de 1947 fue hasta la cercana Florencia a entrevistarse con un ingeniero que había conocido meses antes. Esa mañana, tras exponer su idea al ingeniero, le preguntó cuánto costaría construir el puente y éste le calculó unos diez millones de liras. Guido Bartoloni sólo contaba con 500.000 liras, pero igual decidió levantar él mismo su soñado puente.
 


Guido trasladando pasajeros de una orilla a otra

Bueno, para empezar debía obtener el permiso de construcción de las autoridades competentes. Trazó con un lápiz, un croquis de lo que él imaginaba como sería el puente una vez construído y lo presentó en la Municipalidad de Florencia. El croquis causó risas y lo consideraron un chiste, y en son de broma, le dieron el permiso, pensando en que el pobre iluso desistiría de su idea.

A inicios de marzo de 1947, Guido Bartoloni inició las excavaciones para colocar los postes de anclaje de los  cables que sostendrían el puente en Anchetta. Abrió dos zanjas de tres metros de profundidad por cuatro de ancho. Los postes los compró en Florencia, en una venta de desechos de guerra. Él mismo los transportó en una carretilla hasta Anchetta y los plantó en las zanjas. En esa venta halló todo cuanto requería: pernos, tuercas, clavos y cemento. Las 40 toneladas de acero utilizadas en el puente las transportó él solo desde Florencia.

Para no quedarse sin ingresos y costear los nuevos gastos del puente, Giulia, su mujer, se encargó de tripular la barca entre Anchetta y Vallina, mientras su marido trabajaba en su sueño. Los domingos y durante las tardes entre semana, los aldeanos acudían a verlo trabajar. Todos convenían en que el pobre hombre se había vuelto loco, pero Guido se hallaba demasiado absorto en su obra como para que hacer caso a las burlas y críticas de sus vecinos.

Guido asentó los cuatro pilares del puente, tendió los cables de más de 120 metros de largo, puso las vigas, abrió más de 50.000 agujeros para los pernos y luego los colocó, puso el entablado y luego lo revistió de asfalto. Los cables que empleó habían pertenecido a un ferrocarril destruido durante la Segunda Guerra Mundial. Colgado de una correa atada a su cintura, hacía avanzar una precaria polea metro a metro, para ir empernando cada una de las vigas.

Cansada de verlo suspendido en el aire y siendo el hazmerreír del pueblo, su esposa se negó a seguir conduciendo la barca y fue cuando empezó a dudar en serio de la cordura de Guido. Pero nuestro héroe necesitaba ingresos para continuar con su proyecto, y fue así que primero empezó a echar mano de las pocas joyas de Giulia, de las gordas gallinas que eran su orgullo, de los muebles y hasta llegó a ofrecer su casa en garantía para poder costear su sueño.

Y fue así que trabajando un promedio de 16 horas al día, al cabo de dos años y con 20 Kg. menos de peso, el gran Guido concluyó su puente. El 10 de julio de 1949 fue la inauguración oficial del puente colgante que unió a las dos aldeas. Los alcaldes de Anchetta y Vallina, tras la bendición de rigor, caminaron desde cada extremo del puente hasta el centro y allí se dieron la mano y cortaron una cinta inaugurándolo oficialmente.


Puente recién inaugurado

En recompensa a su esfuerzo, la población decidió que era justo que Guido cobrara un módico peaje para pasar por el puente, y en poco tiempo pudo saldar todas sus deudas y retirarse a vivir tranquilamente con su esposa.

Junto a la puerta principal de la casa del antiguo barquero se conserva una placa de mármol que dice:

“Para que la inventiva, la constancia y el espíritu de Guido Bartoloni, creador y único constructor del puente, sirvan de estímulo a venideras generaciones. Homenaje de sus vecinos de Anchetta y Vellina.”


Inundación de Florencia, noviembre 1966

El puente estuvo perfectamente habilitado durante 17 años, pero lastimosamente fue arrastrado por una crecida del río Arno en medio de las inundaciones sufridas en Florencia el 4 de noviembre de 1966.

Un blog de actualidad, historia y curiosidades desde la Mitad del Mundo, Ecuador creado por el autor de Sentado frente al Mundo .

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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