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Una madre adoptiva de 46 hijos sueña con un centro para menores drogadictos

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Cualquier guionista de telenovelas brasileñas soñaría con escribir una historia como ésta. Pero la vida lo ha hecho sin recurrir a la imaginación humana. Flordelis dos Santos de Souza es madre de 50 hijos, tan solo cuatro de ellos son biológicos. Otros 46 acabaron en casa de esta mujer después de

Cualquier guionista de telenovelas brasileñas soñaría con escribir una historia como ésta. Pero la vida lo ha hecho sin recurrir a la imaginación humana. Flordelis dos Santos de Souza es madre de 50 hijos, tan solo cuatro de ellos son biológicos. Otros 46 acabaron en casa de esta mujer después de ser rechazados por sus propios padres. A 46 niños de las favelas brasileñas les podría haber esperado un futuro vinculado con el tráfico de drogas. Pero ahora, gracias al cariño de su madre adoptiva, pueden elegir otro camino.

Flordelis dos Santos de Souza cuenta que a su primer bebé lo encontró en la basura. "La tiraron allí, en medio del vertedero. Tenía tan sólo 15 días de edad. Y su madre, que vivía en la calle, simplemente se deshizo de ella. Esa mujer ya tenía dos hijos y no quería más. La tiró fuera, y yo la encontré y la traje a casa".

Todo empezó hace 16 años, cuando Flordelis, hija de pastores evangélicos, se dedicaba al trabajo misionero en los calamitosos barrios de las favelas brasileñas. Confiesa que estaba dispuesta a correr cualquier peligro para rescatar a los menores que se dedicaban al tráfico de drogas. Estos niños, que constantemente se encuentran bajo el riesgo de ser asesinados por los criminales y que se perciben en muchos como la principal amenaza de la sociedad decente, centran toda su atención. Tras una matanza callejera, 37 menores fueron a pedir ayuda a Flordelis y ella no pudo evitar acogerlos en su casa, a pesar de lo problemáticos que puedan parecer a primera vista.

"Creo que, como cualquier madre, puedo echarles una bronca, puedo castigarlos, pero allí fuera no puedo permitir que alguien lo haga. A mí me hace mucho daño cuando las personas están hablando mal de mis hijos. Porque sé el valor que ellos tienen. Por la vida que han tenido antes, por ser rechazados por sus madres biológicas ellos podrían ser las peores personas en el mundo. Pero no lo son. Son maravillosos. Tienen muy buen carácter", cuenta Flordelis apenas conteniendo las lágrimas.

La vida cotidiana de una familia tan grande no es fácil. Todos los días se gastan seis kilos de arroz y dos kilos de judías. La organización aquí también es muy importante. Las tareas de casa son escrupulosamente divididas entre todos los miembros del hogar. Y esta disciplina tiene incluso algunas ventajas poco comunes.

Flordelis dice que algunos de sus hijos llegaron llenos de problemas, como las drogas o el síndrome de abstinencia. "No es una cuestión fácil, es muy difícil. Pero la mejor terapia es el trabajo de casa. Todo el mundo se ocupa de algo, y ésa es la mejor terapia".



Flordelis no está sola en su dedicación. Durante sus recorridos por las favelas ella conoció a su marido, Anderson do Carmo, otro misionero que se enamoró de esta increíble mujer a primera vista. Ahora ella canta en sus misas y le ayuda en sus actividades evangélicas junto con su nueva y numerosa familia.

Sin embargo, no todos apoyaban a Flordelis en su extraordinaria decisión. Su madre la tachó de loca y no aceptó a los nietos durante muchos años. Los institutos de adopción la agotaron con sospechas sobre sus intenciones y trámites burocráticos, pero el amor de los niños lo ha recompensado todo.

Rafaela, hija adoptiva de Flordelis, confiesa que no tiene palabras "para decir lo estupenda que es", mientras que Daniel se queja de que su madre siempre se preocupa por ellos. "Ella es muy alegre, pero muchas veces se queda preocupada. Si nosotros vamos allí, por ejemplo, y volvemos con un minuto de retraso, ella ya está preocupada", dice.

Daniel, que ya ha aprendido a tocar el piano, sueña con ser un gran músico. Sus hermanos mayores, al entender cuánto le costó a Flordelis cambiar la vida de sus hijos, tienen planes incluso más conmovedores. Kelly, por ejemplo, cuenta que su sueño es "poder trabajar todos los días para comprar una casa más grande para mi familia. Es realmente muy importante para mí".

Mientras tanto la gran protagonista de esta historia sigue realizando lo que cree ser su misión. Puesto que el tamaño de la casa alquilada y su situación financiera no le permiten adoptar más pequeños desdichados, Flordelis está intentando organizar bajo su cuidado un centro de recuperación para los menores drogadictos, sin olvidar en ningún momento que antes que una agente comunitaria es simplemente una madre.

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