Circo de huérfanos
La magia del espectáculo circense puede sacar del desamparo de la calle. En Rusia hay un circo en el que los artistas son... niños huérfanos que han podido encontrar una salida de su grave situación.
Antes pasaban todo el tiempo en la calle, en medio de maltratos y delincuencia. Ahora preparan sus propios espectáculos, atrayendo al público con talento y entrega. El circo Úpsala es un proyecto social que ha reunido bajo su cúpula a los niños de los más desfavorecidos círculos sociales. Muchos de ellos se quedaron sin la custodia de sus padres y encontraron aquí una especie de nueva familia.
Todo comenzó gracias al entusiasmo de una decena de personas sin recursos materiales ni experiencia organizativa. Profesionales de diferentes disciplinas -entrenadores acrobáticos, pedagogos, médicos, psicólogos y sociólogos- creyeron firmemente en esta insólita idea: ayudar a la adaptación social a través de la magia del arte. Ahora el circo cuenta con la participación de 70 menores, desde los 7 hasta los 18 años de edad. Sus espectáculos combinan acrobacia, juegos de manos, pantomima y baile contemporáneo.
Para ellos el circo no es solamente su pasatiempo favorito. Durante los ensayos aprenden a trabajar en grupo y a compartir responsabilidades. Incluso las decoraciones aquí están hechas por los propios pequeños artistas, para que cuando comience el espectáculo todo esté perfecto y a la altura de la función.
Los participantes del proyecto Úpsala han visitado Alemania, Bélgica, Suiza y otros países europeos en el marco de sus giras y también han recibido varios premios en los festivales internacionales. El nivel alcanzado requiere buena preparación, así que se ensaya normalmente seis días por semana. Pero una agenda tan agotadora no es el mayor desafío para estos artistas, que han conocido los lados más oscuros de la vida.
“Si hablamos sobre las dificultades o, mejor dicho, sobre las particularidades de nuestro trabajo, una de las mayores es que estos niños tardan mucho tiempo en aprender a creer en sí mismos, en sus propias fuerzas, respetarse a sí mismos. Son como los potrillos que al nacer tienen las patas muy débiles, pero poco a poco comienzan a sentirse más seguros y levantar la cabeza”, destaca Larisa Afanásieva, directora del circo.
El espectáculo ya lleva 10 años. Por cierto, el nombre del proyecto, es derivado de una exclamación usada cuando algo se ha caído. Los protagonistas de esta historia, en cambio, han podido levantarse a pesar de los obstáculos con los que han tropezado en la vida.