La dura vida de los palestinos refugiados en Jordania

Los palestinos refugiados en Jordania tienen una vida que se torna cada vez más difícil, mientras la posibilidad de volver a su tierra natal disminuye día a día.

Albaqa es el mayor de los 13 campos de refugio de palestinos que existen en el territorio de Jordania. Para muchos de sus habitantes se ha convertido en su segunda patria, cuando durante el conflicto militar árabe-israelí se vieron obligados a abandonar su tierra de origen. Allí una de cada cinco personas no tiene trabajo. La desilusión crece mientras la esperanza de volver a pisar las tierras de origen disminuye.

Arafat Balasmeh, el presentador de un canal jordano, nació y creció en Albaqa y dice no haber visitado jamás el pueblo natal de sus padres, que ahora forma parte del territorio israelí. Pone sus esperanzas en el Corán que, según cree, promete un pronto regreso. “Pienso que hay un nuevo movimiento o tendencia a actuar no sólo con palabras sino dando nuevos pasos para recuperar nuestra patria, porque las negociaciones de paz y otras cosas similares no pueden hacer nada por nosotros”, dice Arafat.

El padre de Arafat, Othoman Balasmeh, apenas camina u oye. Pero recuerda como si fuera ayer cómo en 1948 él junto a otros refugiados palestinos huyeron presos del pánico en busca de la protección de Jordania. Han pasado más de 60 años, pero mantiene viva la esperanza de volver. “Mis hijos nunca han estado en Palestina, pero les dije que algún día volveríamos. Sólo aceptaremos un regreso definitivo. No queremos dinero, ni recompensa, ni más promesas vacías”, cuenta Othoman.

Las autoridades de Israel consideran a los palestinos refugiados en Jordania como una fuente de amenazas terroristas. Tras los atentados de Amman en 2005, el terrorismo en el reino se percibe como algo importado desde fuera que pronto se podría convertirse en un peligro fundamental para el país. Sin embargo, no siempre hay que fiarse de la postura de Israel acerca del problema. Según muchos jordanos, Estados Unidos contribuyen a crear un clima de tensión e inestabilidad en su reino. Y todo, con un único objetivo.

“Estados Unidos necesita justificar su presencia en toda la región diciendo que en un  país de la zona hay terrorismo y extremismo. Al fin y al cabo, si no tuviésemos extremismo y no estuviesen luchando contra el terrorismo, ¿Qué estarían haciendo en Irak y Afganistán?”, dice Mahmud Abu Radese, director del Centro de estudios estratégicos de la defensa nacional.