Tokio pierde de vista a sus centenarios

Tras el descubrimiento la semana pasada de que el hombre más anciano de Tokio, Sogen Kato, al que se suponía contaba con 111 años, realmente había muerto hacía unos 30 años y que su cadáver en descomposición seguía todavía en su casa, las autoridades japonesas han anunciado la búsqueda de Fusa Furuya, nacida en julio de 1897 y registrada después de Kato como la ciudadana de mayor edad de Tokio, ya que se desconoce su paradero desde los años 80.

Furuya, que tendría 113 años si sigue viva en la actualidad, está en paradero desconocido desde al menos 1986. Los funcionarios que actualizaban sus registros debido a una festividad el mes próximo que rinde homenaje a los ancianos descubrieron que Furuya no vivía en el domicilio en el que estaba registrada.

La hija de Furuya, de 79 años y cuyo nombre no se reveló, dijo a las autoridades que no estaba al tanto de que su madre estuviese registrada en ese domicilio y supuso que la anciana estaba en las afueras de Tokio con su hermano menor, con quien ella había perdido contacto. Pero esa dirección resultó ser infructuosa ya que no había nadie. Aunque no sabía si su madre estaba viva o no, la hija había seguido pagando el seguro médico de la madre a lo largo de todos estos años.

En Japón, uno de los países más longevos del mundo, viven más de 40.000 personas con más de 100 años según los registros oficiales, una cifra que ahora ha sido puesta en duda tras estos dos descubrimientos. Además, en el país nipón se ha iniciado un escándalo acerca del cobro fraudulento de las pensiones de los ancianos por parte de sus familiares.