Tres trabajadores se crucifican para defender sus derechos laborales en Paraguay
Los trabajadores buscan expresar la preocupación de todos los paraguayos que desde los años 1970 participaron en la construcción de la central hidroeléctrica, una de las mayores del mundo. Actualmente sus instalaciones están repartidas entre Brasil y Paraguay, pero las remuneraciones que recibían los operarios de ambos lados del río Paraná nunca han sido equiparables.
A través de esta extrema protesta, Roberto González, de 61 años, Roque Samudio, de 58, y Gerardo Orué, de 49, reclaman que los empresarios brasileños les paguen de forma retroactiva los beneficios contemplados por el compromiso social que la Entidad Binacional Itaipú asumió en 1974. Pero, según revela EFE, el trío no actúa solo en su propio nombre.
La acción cuenta con el apoyo de la Coordinadora General de los Extrabajadores de Itaipú, la organización que controla también el estado físico de los crucificados.
Un portavoz de esa entidad señaló que los participantes no están completamente desnutridosporque reciben alimentación "consistente en suero y jugo de zanahoria". Además, dijo, reciben relajantes y masajes manuales y eléctricos que les permiten aliviar los dolores musculares.
Sin embargo, el sufrimiento que asume el trío por conseguir la justicia en el pago es auténtico, ya que para clavarlos a las cruces sus asistentes les perforaron las palmas con clavos metálicos.