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El espejismo de la bancarrota tapó los logros de BP

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El primer éxito de la compañía BP en la contención del vertido de petróleo del pozo en el fondo del Golfo de México, no apaciguó las especulaciones sobre el destino futuro de la compañía como la mayor culpable de la actual catástrofe ecológica. En parte, aquellas especulaciones se sustentan con l
El espejismo de la bancarrota tapó los logros de BP

El primer éxito de la compañía BP en la contención del vertido de petróleo del pozo en el fondo del Golfo de México, no apaciguó las especulaciones sobre el destino futuro de la compañía como la mayor culpable de la actual catástrofe ecológica. En parte, aquellas especulaciones se sustentan con la postura distanciada (por no decir hostil) de la Casa Blanca que también se ve como un rehén del desarrollo de la situación.

El 4 de junio el centro del mando conjunto de los operativos en el Golfo reportó de la exitosa instalación de una nueva cúpula sobre el pozo con la tubería recién cortada. No contendría ni un par de horas la presión de crudo saliente del pozo, si los ingenieros de BP no hubieran puesto en función un vertedor colocado dentro de la cúpula que evacuara a la superficie aproximadamente una décima parte del volúmen diario de crudo.

Una vez informado de la proporción de lo que se logra contener con la reciente instalación, Barack Obama admitió que era “demasiado temprano para ser optimistas”. En concreto, la cantidad total de crudo que el pozo expulsa al mar se estima en al menos 1,43 millones de litros diarios, mientras que el sistema aplicado consigue evitar el vertido de sólo 120.000.

No obstante, al saber de este mínimo logro, Barack Obama se apresuró a acudir al lugar de los acontecimientos para verse entre los testigos inmediatos del primer éxito. El mismo viernes llegó a Louisiana para recibir de fuentes originarias, la información sobre lo que está ocurriendo en la línea costera afectada por el derrame y en la profundidad de 1,5 kilómetros donde se resuelve el destino de la compañía BP, además del ecosistema y la economía de la región.

Actualmente el presidente está realizando una serie de encuentros que faciliten la toma de decisiones a nivel federal: con los gobernadores de los estados afectados por la catástrofe ecológica, con los ingenieros y operarios que son los primeros que la afrontan y con los jefes de los servicios de emergencia. Teniendo en cuenta la prioridad del tema de la catástrofe en la agenda presidencial, la Casa Blanca canceló con este pretexto las visitas oficiales a Australia e Indonesia, así como lo había hecho en marzo: en aquella ocasión debido a las ciertas batallas en el Congreso sobre la reforma del sistema sanitario.

En presencia del sumo mando de BP en Louisiana, Obama reiteró sus críticas de los gastos crecientes de la corporación en el pago de dividendos y la publicidad, ambas cosas emprendidas para limpiar la imágen menoscabada por el derrame. Indicó —y eso no resonaba como un consejo amistoso— que la compañía no debería hacerlo cuando la situación abatía a operarios y empresas locales.

El mensaje confrontativo en la conducta de la Casa Blanca respecto a BP se debe parcialmente al populismo de la Administración demócrata y en otra parte significativa al desamparo general ante la tragedia. Sin embargo, ha provocado nuevas especulaciones en el mundo de los negocios sobre la probable bancarrota de la petrolera.

Incluso a sabiendas de las cifras de la probable recompensa que la multinacional deberá pagar, la perspectiva de la bancarrota no es evidente. Los 69 millones de dólares reclamados oficialmente son de otro orden de magnitud que las decenas de miles de millones de los que dispone la corporación libremente para pagar dividendos.

Por eso, si no en caso de un procedimiento forzado, la bancarrota no deja de ser un mero espejismo. Y además, es lo que menos correspondería a los intereses de EE. UU., puesto que sólo la efectividad de BP garantiza el pago de la deuda, que en este caso procede del perjuicio causado por el estallido y el hundimiento de la plataforma petrolífera. Lo que pasa es que el mandatario estadounidense solicitó de BP que 'pague la factura' y efectivamente está pagando todas las cuentas que aparezcan sin quejas ni dudas.

Todas las partes del diálogo sobre el arreglo de la situación en el Golfo de México objetivamente están hoy interesadas más en nuevas resoluciones técnicas que en la polarización, medidas fiscales o cualquier tipo de confrontación directa.

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