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¿Será Mohammad el nombre más popular en Occidente?

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¿Será Mohammad el nombre más popular en Occidente?

El Dr.Petr Yákovlev escribe sobre el choque de civilizaciones.

¡Hola! ¿Qué tal?

En el no. 4 de la revista mensual “Latinskaya Amerika” (en ruso) y en el no. 1 de la revista trimestral IBEROAMERICA (en castellano), que salieron simultaneamente en Moscú, aparece un artículo muy interesante del gran conocedor de Sudamérica y España, el historiador y economista de renombre internacional el Dr.Petr Yákovlev (petrp.yakovlev@gmail.com) que durante muchos años trabajó como  corresponsal de ambas ediciones en Buenos Aires. En su ensayo titulado “Alianza contra el choque de civilizaciones” el actual director del Centro de Estudios Ibéricos del Instituto de Latinoamérica (ILA) de Moscú analiza la iniciativa diplomática conjunta de España y Turquía, conocida como Alianza de Civilizaciones. Los días 28 y 29 de mayo del año en curso se celebró en Río de Janeiro su tercer foro, cuya tarea principal fue proponer un programa viable de colaboración de los estados y pueblos pertenecientes a diferentes civilizaciones con el fin de evitar el deslizamiento de la humanidad hacia un conflicto mundial a gran escala.


Dr. Petr Yákovlev
IBEROAMERICA N 1/2010
LATINSKAYA AMERIKA N 4/2010

 

Para el autor del artículo uno de los temas sociopolíticos más importantes que llamaron en los últimos años la atención de estadistas, periodistas y científicos es el enfrentamiento de diferentes civilizaciones en el mundo contemporáneo, en primer lugar, de la cristiana y la musulmana. Según parece, en lugar del enfrentamiento político-ideológico de los tiempos de la Guerra Fría (entre el socialismo y el capitalismo) viene otro conflicto, que se desarrolla mayormente (pero no exclusivamente) sobre la base ideológico-religiosa.

Diciéndolo de manera figurada: el “choque de civilizaciones” le “ha quitado el pellejo” al actual sistema político internacional, ha mostrado la gran vulnerabilidad del género humano ante los nuevos retos y amenazas que surgieron últimamente. ¿Será posible detener el deslizamiento de la comunidad internacional hacia una nueva confrontación preñada de consecuencias imposibles de predecir?

En los años 90 tuvo gran difusión la teoría del científico norteamericano Samuel F.Huntington, expuesta de manera más completa en su libro “Choque de civilizaciones y cambio de idea acerca del orden mundial”. En cierto sentido esta teoría fue una antitesis del concepto del “fin de la historia”, expuesto en 1989 por otro conocido pensador norteamericano, Francis Fukuyama.

Según Huntington, en la etapa contemporánea los pueblos y gobiernos de los países no occidentales ya no intervienen como simples objetos de la historia, como un blanco de la política colonialista y neocolonialista, sino que comienzan a “hacer la historia” a la par con los Estados de Occidente. Según las visiones del científico, con el final de la guerra fría la historia mundial continuó en el contexto de los crecientes choques entre las principales civilizaciones de la humanidad: la occidental, la ortodoxa, la islámica, la china (confuciana), la hindú, la latinoamericana, etc. Los prestigiosos especialistas opinan que existe la amenaza de que el siglo XXI se convierta en una “Nueva Edad Media”, época de conflictos étnicos y etno-confesionales. “Las naciones, los grupos étnicos, las comunidades confesionales se pusieron a sacar las cuentas viejas”, escribe el científico ruso Grigori Mirskiy.

Ahora se ha producido una evidente reagrupación de las fuerzas mundiales. China, India, al igual que una serie de países del Gran Medio Oriente y de Asia Sudoriental, han adquirido un considerable peso económico y político, lanzándole retos al dominio de las potencias occidentales. Actualmente entre las 20 economías más importantes del mundo son 10 los países no occidentales y su parte en el PIB global y en el comercio mundial va creciendo constantemente. Y ello significa que han aparecido nuevos jugadores globales pertenecientes a civilizaciones distintas.

Los últimos decenios marcaron un periodo jamás visto antes en el crecimiento (extremamente irregular) de la población de la Tierra, que ha originado una tremenda asimetría demográfica. La caída demográfica de Europa, después de su renacimiento económico de la posguerra, que creó la elevada demanda de mano de obra, la cual comenzó a satisfacerse a cuenta de los migrantes de las regiones del “tercer mundo”. En el año 2005, el número de migrantes en el mundo alcanzó 191 millones de personas.

Lo esencial es que los representantes de las civilizaciones no cristianas, ante todo de la islámica, van conviertiéndose en un significante factor interno de la vida social en muchos países europeos. En el año 1950, en Europa Occidental, residían unos 300 mil musulmanes, y en 2008 su número en los países de la Unión Europea (según datos oficiales incompletos) llegó a los 16 millones, o sea creció 53 veces. Pero Muhammad (y numerosas variaciones de este nombre) es hoy día, según su popularidad, el segundo nombre de los varones nacidos en Reino Unido y en el suburbio parisiense Saint Denis, el primero.

¿Por qué el concepto de la “Alianza” o, en otras palabras, de la unión y colaboración de las civilizaciones, fue promovido precisamente por España?

Supongo, dice el autor, que ello ocurrió por toda una serie de razones. Ante todo, España se formó como Estado y nación en el transcurso de siete siglos de Conquista y Reconquista, en la unidad dialéctica de oposición y la influencia mutua de los cristianos y musulmanes. La Península Ibérica fue una región muy singular, en cuyo territorio durante muchos siglos vivieron cristianos, judíos y musulmanes. Su convivencia adquirió una forma muy peculiar para la civilización medieval. Debido a ello en el país se conserva hasta el día de hoy el rico patrimonio cultural islámico. Vale la pena señalar que durante la Edad Media en Córdoba funcionaron unas mil mezquitas. Actualmente, al pasar 500 años en el olvido, el islamismo va volviendo: en el año 2006 en Granada se inauguró una mezquita, la primera desde el año 1492, fecha en que el sultán Muhammad XII rindió la ciudad a las tropas cristianas.

También tiene gran importancia el hecho de que entre los vecinos más próximos y los socios económicos más activos del reino español figuran los países islámicos de Africa del Norte, relaciones que son de interés prioritario para Madrid. Además, en los últimos 10 o 12 años, España se convirtió en uno de los principales estados receptores de inmigrantes del “tercer mundo” en Europa, incluidos los procedentes de los países africanos y de Asia. Debido a la inmigración, en el periodo de los años 2000—2008, la población de España creció desde 40.5 a 46.1 millones de habitantes. Y la cantidad de extranjeros que residen allí legalmente aumentó de 0.9 a 5.2 millones, o sea, del 2.3 al 11.3 por ciento de la población. Sólo el número de los procedentes de Marruecos alcanza ahora 645 mil personas. Por fin, el 11 de marzo de 2004, la nación española fue objeto de un monstruoso acto de terrorismo, en el cual mataron a 191 e hirieron a unas 1,900 personas. (Eso fue el castigo por la participación de España en la operación militar contra el régimen de Saddam Hussein en Irak, organizada por EE. UU.) Aquel acto terrorista sacudió a la nación española y obligó a los círculos gobernantes a reapreciar el carácter y el contenido de sus relaciones con el mundo islámico. Ahora las élites españolas procuran demostrar que la política de Madrid se diferencia del rumbo de algunos otros países del Occidente, siendo más cuidadosa, más delicada y más respetuosa con el islamismo. Todo ello sirvió de base para promover la idea de la Alianza, subraya el autor.

La actual alocución de Madrid a la comunidad internacional recibió (aunque no de entrada) el entendimiento en los países musulmanes moderados, cosa que tuvo su encarnación concreta en forma del llamamiento conjunto (en febrero del año 2005) de José Luis Rodríguez Zapatero y del líder turco Recep Tayyip Erdogan para entablar el diálogo entre Europa, que mayormente es cristiana, y el mundo islámico y formar con esfuerzos mancomunados la llamada “Alianza de Civilizaciones”.


José Luis Rodríguez Zapatero (a la izquierda)
y Recep Tayyip Erdogan

Una calificación positiva de la iniciativa hispano-turca por parte de la dirigencia rusa la dió primeramente en octubre de 2005 S.V.Lavrov, ministro de relaciones exteriores de la Federación rusa, en el curso de sus negociaciones con el canciller español Miguel Angel Moratinos, y en junio de 2006, durante el encuentro con su colega turco en apoyo de la Alianza se pronunció el presidente Vladímir Putin.


La mezquita catedral en San Petersburgo,
construida en el siglo XIX entonces capital del Imperio ruso

 


La mezquita en el Kremlin de Kazan (la capital de la República de Tatarstán de la Federación Rusa) en el fondo de las murallas y torres en antíguo estilo ruso, construida en el siglo XXI, mostrando la creciente influencia del islamismo en nuestro país, mayoritariamente cristiano.

Estas fotos muestran la alianza de civilizaciones que tiene lugar en Rusia desde hace siglos.

La Alianza de Civilizaciones se convirtió, en esencia, en un proyecto global, adquirió el estatus de una iniciativa de la ONU.

La idea de la Alianza de Civilizaciones era de “natural interés” para Brasil, ya que el país se había formado sobre una base multicultiral y multiétnica, mientras que en los cimientos de su identidad nacional estaba la diversidad racial y religiosa. En sentido práctico el programa está enfocado en las siguientes direcciones:

— trabajo con la juventud, incluyendo la atracción de los jóvenes a las actividades de caracter cultural, organizadas por la Alianza;

— realización de los programas educativos, estimulación de las discusiones e intercambio de opiniones acerca de los problemas del desarrollo civilizacional y religioso;

— apoyo a los migrantes, toma de medidas contra las manifestaciones de  xenofobia, racismo e intolerancia cultural;

— promoción de las ideas básicas de la Alianza de Civilizaciones en los medios masivos (diálogo intercivilizacional en vez de hostilidad, respeto mutuo y tolerancia, respeto a las peculiaridades nacionales, observación de los derechos humanos, etc);

— declaración del 21 de enero como Día nacional de la lucha contra la intolerancia religiosa.

El concepto ideológico y la política práctica de la Alianza desempeñan un papel positivo y merecen el último apoyo por parte de la comunidad mundial. Sin embargo, no conviene simplificar la situación. Las relaciones entre diferentes civilizaciones es una relación dialéctica entre conflictos y la colaboración, la intolerancia y la comprensión mutua. “La experiencia de los últimos años demuestra que estas relaciones requieren extremamente una recarga y un ajuste fino y delicado. En este sentido, la Alianza de Civilizaciones es tan sólo uno de los posibles (y necesarios) mecanismos del complicado y prolongado proceso de aproximación de las civilizaciones”. De esta manera concluye su trabajo importante el Dr. Yákovlev.

De mi parte quisiera decir que recién terminado el III Foro de la Alianza de Civilizaciones en Río, donde asistieron representantes de 119 naciones del mundo, se dio  la razón al científico ruso porque tuvo como fondo la muy caliente discusión internacional  sobre las posibles sanciones contra Irán islámico por su programa nuclear, sanciones propuestas por los Estados Unidos y apoyados por otras potencias occidentales cristianas e Israel, que tienen armas nucleares y quieren mantener su monopolio en esto.

¿Y ustedes qué opinan?

Vladímir Travkin, e-mail: revistala@mtu-net.ru

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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