Refugiados acusan a fuerzas regulares kirguisas de ayudar a bandas armadas
Nuevos actos de violencia interétnica ocurrieron este lunes en el sur de Kirguistán, obligando al éxodo hacia Uzbekistán de decenas de miles de refugiados, muchos de los cuales acusan a las fuerzas regulares kirguisas de ayudar a las bandas armadas a cometer masacres.
La violencia entre la mayoría kirguisa y la minoría uzbeka en la ciudad sureña de Osh, bastión del ex presidente Kurmanbek Bakíev, y Jalalabad, comenzó el pasado jueves, y hasta el momento ha causado la muerte de 170 personas y al menos 1.760 heridos.
La gravedad de los disturbios ha llevado al presidente ruso, Dmitri Medvédev, a afirmar que la situación es “intolerable”, mientras que el bloque de seguridad de ex repúblicas soviéticas conocido como la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), liderado por Rusia, decidió conceder a Kirguistán aviación, maquinaria y transporte aéreo para estabilizar la situación en el sur del país.
De acuerdo con las agencias de noticias rusas, el Ministerio de Emergencias ruso enviará este miércoles tres aviones de transporte hacia Kirguistán con ayuda humanitaria para las víctimas de los conflictos interraciales.
Uzbekistán anunció este lunes el cierre de su frontera con Kirguistán al saturarse sus capacidades de recepción de miles de refugiados. Hasta el momento las autoridades uzbekas han registrado al menos 45.000 refugiados en la región de Andizan, fronteriza con Kirguistán, cifra que no contabiliza a miles de niños.
El Gobierno interino de Kirguistán admitió dificultades para retomar el control en el sur del país, pese a que movilizó al Ejército, instauró el estado de Emergencia y un toque de queda. No obstante, afirmaron la detención en Inglaterra del hijo menor del ex presidente de esa nación, Maxim Bakíev, acusado de ser el patrocinador de la masacre en el sur del país y responsable delitos económicos.
Por otra parte el jefe político de Naciones Unidas, Lynn Pascoe, propusó este lunes en la sesión informativa ante el Consejo de Seguridad de la ONU, la urgente creación de un corredor humanitario para entregar asistencia a Kirguistán. Mientras que el Consejo de Seguridad condenó la violencia étnica en ese país asiático y llamó a sus habitantes a mantener la calma y restablecer el órden y el derecho.
El embajador mexicano Claude Heller, actual presidente del Consejo, dijo que la entidad expresó su apoyo para los esfuerzos del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y “a diferentes organizaciones regionales a fin de lidiar de forma adecuada con la situación”.
La ex república soviética, vive en un clima de inestabilidad desde el pasado 7 de abril, cuando el presidente Kurmanbek Bakíev fue obligado a renunciar y a huir en medio de una sangrienta rebelión. La presidenta interina del país, Roza Otunbáyeva, acusó a su predecesor de fomentar la tensión entre las comunidades para impedir que se realice un referendo para modificar la Constitución, convocado para el 27 de junio.
Los uzbekos apoyan al Gobierno interino, mientras que los kirguisos en el sur respaldan a Bakíev.