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¿Por qué el hombre teme los eclipses desde el inicio del mundo?

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En China, la tradición prescribe tocar grandes tambores para asustar al dragón que se ha comido el cielo. En la India, las mujeres embarazadas no deben salir para evitar que la sombra traiga mala suerte a sus futuros hijos. En todo el mundo siempre han existido rituales relacionados con los eclipses solares, y en el siglo XXI las cosas no han cambiado mucho.
¿Por qué el hombre teme los eclipses desde el inicio del mundo?

El eclipse solar de este 20 de marzo ha sido un tema clave en las redes sociales a lo largo de toda la semana y una de las búsquedas más populares de Google. Se trata, de hecho, de una manifestación del antiguo miedo ante estos fenómenos naturales, sostiene el diario británico 'The Independent', que pasa a analizar las causas de esta mezcla de fascinación y estupor.

EN VIVO: El mundo bajo el eclipse solar, el fenómeno celeste más esperado de los últimos 15 años

Los eclipses son un fenómeno relativamente infrecuente: desde una misma zona del planeta no se puede observar más que unas cuantas veces al siglo. En la antigüedad, cuando las vidas humanas eran mucho más cortas que ahora y la experiencia no se transmitía tan fácilmente entre zonas y generaciones, los recuerdos de los eclipses no se remontaban muy atrás.

Esto quiere decir que cada vez que sucedía se trataba de un acontecimiento misterioso e inexplicable. Además en Occidente, hasta el año 500 a. C., cuando los astrónomos griegos adquirieron los conocimientos necesarios para pronosticar un eclipse, el fenómeno resultaba impredecible (algo que no sucedía en el continente americano, donde los mayas tenían estos conocimientos desde hacía siglos).

Incluso cuando terminó la era de la astronomía geocéntrica de Ptolomeo, que postulaba que la Tierra era el centro inmóvil del universo y que el Sol, la Luna, los planetas y las estrellas giraban a su alrededor, el miedo ante los eclipses no desapareció. Se seguía creyendo que el comportamiento de los cuerpos celestes tenía algún significado para la vida de la Tierra, incluso que Dios se servía de estos fenómenos para enviar advertencias al hombre.

Desde el inicio de los tiempos, las rutinas humanas se basaban en los ritmos del sol, fuente de calor y vida. La 'desaparición' repentina del sol siempre interrumpía el orden habitual de la vida. El entusiasmo contemporáneo por este tipo de fenómenos es consecuencia de la experiencia evolutiva humana. Es una mezcla de los temores que nuestro subconsciente ha heredado de nuestros antepasados, pero también la curiosidad por algo poco habitual, lo que siempre ha sido el motor de la historia de la humanidad, sostienen expertos entrevistados por 'The Independent'.

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