Las acompañantes: ¿Tienen más glamour o peligro?
En Rusia, cada vez más empresas proponen los servicios de acompañamiento para los emprendedores. Chicas jóvenes dan una buena imagen en un viaje de negocios o durante unas negociaciones. Sin embargo, para ellas este trabajo a menudo se convierte en una pesadilla.
Las chicas que acompañan deben ser guapas, educadas y muy sofisticadas. Habitualmente hablan varios idiomas y dan una buena imagen a cualquier hombre con el que van. Los servicios de compañía ofrecen chicas jóvenes para todos los gustos.
”Recogemos a los clientes, los llevamos por Moscú”, explica una empleada de la empresa que ofrece estos servicios. “Todas las chicas son educadas, atractivas, inteligentes, y la gente disfruta de su compañía. Pero ni una sola vez he tenido miedo o me sentí amenazada. Primero se investiga a los clientes y, si la chica no se siente segura, siempre se puede ir. Yo no estoy preocupada”, asegura.
Se pueden contratar acompañantes para todo tipo de eventos en los que se necesite pareja: banquetes, cócteles, bodas, o simplemente cuando se carezca de una buena compañía. Sin embargo, muchos confunden el original negocio con la prostitución, e incluso opinan que puede constituir un peligro para la vida. A menudo estas preocupaciones tienen razón.
”Cuando trabajaba de acompañante, me invitaron a una entrevista con un hombre muy importante”, cuenta la periodista desde Moscú, Yaroslava Tankova. “Era algo normal, así que yo no estaba asustada. Pero el hombre salió totalmente desnudo, y empecé a preocuparme. Nos sentamos para hablar de literatura y música, y de pronto me agarró e intentó obligarme a hacer el amor. Lo golpeé y salté del balcón para escapar. Y el dueño de mi agencia me llamó y empezó a gritarme y a llamarme prostituta”.
Yaroslava, que trabajó durante 6 meses como acompañante tuvo suerte en comparación con otras, tuvo suerte. A otras pasaba algo más grave, fueron violadas o acaban en el hospital. Las chicas nunca se quejan, porque si lo hacen, les puede ocurrir algún 'accidente'.
Normalmente a las jóvenes no se les advierte qué clase de servicio tendrán que llevar a cabo. Incluso algunas han sido realquiladas a segundos clientes que las acosaban sexualmente. Y normalmente no tienen ningún derecho de revelar los secretos profesionales, ni de hablar de lo que son obligadas a hacer. La libertad de expresión no es precisamente algo habitual en este tipo de negocio.
