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Muere la protagonista de la foto más famosa de la Segunda Guerra Mundial

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Edith Shain, la enfermera de la foto más famosa de la Segunda Guerra Mundial, falleció en su casa de Los Angeles a la edad de 91 años. Deja tres hijos, seis nietos, ocho bisnietos y los recuerdos sobre el beso más largo de su vida. Aquel beso anónimo que para toda la gente hoy en día significa só
Muere la protagonista de la foto más famosa de la Segunda Guerra Mundial

Edith Shain, la enfermera de la foto más famosa de la Segunda Guerra Mundial, falleció en su casa de Los Angeles a la edad de 91 años. Deja tres hijos, seis nietos, ocho bisnietos y los recuerdos sobre el beso más largo de su vida. Aquel beso anónimo que para toda la gente hoy en día significa sólo una cosa: la guerra terminó.

Historia de una foto

Los cuatro interminables años de la guerra fueron detalladamente descritos en numerosos documentos y manuales. Pero a veces una foto puede decir mucho más que cualquier investigación histórica de varios tomos. Tras la Segunda Guerra Mundial, muchos soldados volvieron a sus hogares con cientos de imágenes, algunas de las cuales les trajeron fama después. Sin embargo, la foto más famosa de la Segunda Guerra Mundial fue hecha en la pacífica Nueva York el día en el que Japón anunció su disposición para capitular. El autor se llama Alfred Eisenstaedt, que convirtió la fotografía en el sentido de su vida.

El 14 de agosto de 1945 Japón aceptó las condiciones de la capitulación. La noticia se difundió por EE. UU. con una rapidez impresionante: cientos de personas salieron a las calles, no se podía pasar, se estaba haciendo historia, y el periodista de Life Alfred Eisenstaedt estaba ahí.

Según Eisenstaedt, sacó fotos a muchas personas aquel día, pero de repente le llamó la atención un joven marinero. "Corría por toda la calle, agarraba a todas las mujeres que veía, no le importaba si eran viejas, jóvenes, gordas o esbeltas. Yo corría detrás de él con mi Leica, dando vueltas y tratando de sacar una foto, pero ninguna de las que había hecho me gustó. Y en un momento vi que el hombre había agarrado a algo blanco. Me di la vuelta y apreté el botón en el mismo momento en el que el marinero besó a la enfermera. Si ella hubiera estado vestida con algo negro nunca los hubiera fotografiado. Lo mismo con él: si hubiera tenido un uniforme blanco, la imagen no hubiera existido", recordaba el maestro. El beso fue tan largo que el maestro logró hacer cuatro fotos, e incluso cambiar algunas configuraciones de su cámara. Una foto que resultó ser la mejor y que llevó a la redacción. La imagen fue publicada junto con muchas otras, hechas en los días de la celebración de la victoria, pero justamente la de Eisenstaedt pasó a ser el símbolo del fin de la guerra y entró en los manuales de fotoperiodismo.

¿Quiénes eran el marinero y la enfermera?

Lo paradójico es que durante largos años nadie supo quiénes eran esas dos personas de la foto. Apurado, Eisenstaedt no tuvo tiempo ni para preguntarles a los jóvenes cómo se llamaban.

Pero en los años 70 de repente apareció la protagonista principal: Edith Shain, residente de Los Angeles de 60 años, leyó en un periódico local una entrevista con Eisenstaedt. La mujer quedó tan impresionada que le escribió una carta al fotógrafo, explicando que justamente ella era la chica de la foto y pidiéndole una copia de esta famosa imagen. La redacción decidió publicar un reportaje dedicado a la historia de esa foto y de paso hacer un llamamiento al marinero para que diera señales de vida o aportara alguna información. En octubre de 1980 aparecieron 11 hombres que aseguraron ser el galán de la foto, pero ninguno de ellos logró el reconocimiento de la sociedad.

Edith Shain conoció a los 11 pretendientes y ninguno la convenció. Aquel joven marinero quedó en su memoria para toda la vida. En los últimos años de su existencia Shain les contaba con entusiasmo a los periodistas los hechos del 14 de agosto de 1945: "Trabajé en un hospital. Escuchamos por la radio que la Segunda Guerra Mundial se había acabado y salimos a la calle, que ya estaba llena. Un marinero me agarró y me besó durante un largo rato. Ni siquiera lo vi, porque cerré los ojos mientras nos besábamos. Luego me di la vuelta y me fui para el otro lado. No nos dijimos nada. Ni sé si me miró. Probablemente, no".

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