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Como México no hay dos (1 parte)

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Como México no hay dos (1 parte)

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En el número 2/2010 de la revista “Iberoamérica” aparece el artículo “El glorioso Bicentenario: algunas reflexiones acerca de las particularidades de la historia mexicana”, escrito por la Dra. Ludmila Okuneva (e-mail: ludmi-ol@mtu-net.ru), que es profesora de la Universidad MGIMO de Moscú e integrante del Consejo editorial de la revista mencionada arriba.

En este artículo se exponen las etapas más importantes de la historia mexicana desde la época precolombina hasta nuestros días. Se presentan reflexiones acerca de la experiencia histórica mexicana, destacando sus peculiaridades, su papel en la historia latinoamericana, así como la singularidad poliétnica de México.

El 2010 está marcado por la celebración de una serie de fechas y acontecimientos memorables: “2010, Año de la Patria, bicentenario del inicio de la Independencia y centenario del inicio de la Revolución” — así está denominado este significativo año en México. ¿Cómo fue este largo camino histórico, qué logros y dificultades experimentaron los países latinoamericanos en el transcurso de este prolongado período? Interrogantes similares se plantean actualmente los estudiosos, políticos y en general los ciudadanos de estos países. Algunas respuestas son evidentes: el progreso está a la vista, las dificultades son conocidas, pero quedan por aclarar otras cuestiones relacionadas tanto con la historia, como con el período contemporáneo.

Destaquemos de entrada que la derrota de las tropas españolas frente a Napoleón y la ocupación de gran parte de España por los franceses fueron las señales para el inicio de los levantamientos que en 1810 tuvieron lugar en varias regiones de la América Española (por supuesto, las causas de estas sublevaciones eran más profundas y se venían gestando a lo largo de todo el período colonial). No eran hechos causuales y su alcance no era nada local: concentraban en sus motivaciones todo el grumo de contradicciones entre las colonias y su poderosa metrópoli europea, tenían un significado profundo e iban a tener consecuencias de gran alcance.

La copiosa historia de México puede dividirse en tres etapas o épocas. La primera, claro está, es la época precolombina, la época de las altas civilizaciones. La segunda es la Conquista: la subyugación del imperio azteca por Hernán Cortés. Desde 1521, año de la caída de Tenochtitlán, y hasta 1821, cuando se proclamó la independencia, México, como parte del virreinato de la  Nueva España, era una de las grandes colonias de la Corona española.

En el virreinato se elaboraban métodos de administración y explotación colonial que se extendieron luego a otras regiones subyugadas. Durante ese período, la Nueva España fue escenario de un impetuoso proceso de mestizaje; la mezcla de varios componentes étnicos, ante todo la formación de mestizos hispanoindígenas. La época colonial en México se señala también por el surgimiento de movimientos populares antiespañoles, que suponían una respuesta al cruel exterminio de la población indígena.

La siguiente etapa de la historia de México está estrechamente relacionada con la Guerra de Independencia. El 28 de sepriembre de 1821 se proclamó la independencia del Imperio Mexicano, pero pasó menos de un año para que cayera el nuevo imperio. En 1824 se adoptó la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos, que estableció el régimen republicano.

Es aquí donde surge un problema muy interesante, subraya la Dra. Okuneva. Nos referimos a la alternatividad en la historia de Latinoamérica, alternatividad en la que precisamente México ha tenido gran incidencia. En efecto: todas las antiguas colonias españolas (con excepción de Cuba y Puerto Rico, donde el régimen colonial se mantuvo hasta finales del siglo XIX) se convirtieron en repúblicas al lograr la independencia, mientras que México fue, si bien por corto tiempo, un imperio. A lo largo de todo el siglo XIX el rasgo determinante del desarrollo político en los jóvenes estados fue la lucha entre liberales y conservadores, mientras que en México esa lucha fue mucho más compleja. En el escenario nacional estaban presentes los partidos de conservadores y liberales, pero el propio partido de los liberales estaba dividido en “moderados” (que en sus posiciones se aproximaban a menudo a los conservadores) y “puros” (es decir, de talante radical, extremista).

Continuará...

Y ustedes, ¿qué opinan?

Vladímir Travkin, e-mail: revistala@mtu-net.ru

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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