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El mundo está al borde de una nueva guerra de divisas

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El desplome de la bolsa china está provocando que el gigante asiático amenace con estimular la caída del yuan y generar un efecto dominó en los mercados bursátiles internacionales.
El mundo está al borde de una nueva guerra de divisas

Este lunes (4 de enero) el índice chino CSI 300 estrenó el 2016 desplomándose un 7%, viéndose obligado a cerrar antes de tiempo sus bolsas y a su vez contagiando a los principales índices mundiales, que cerraron al final de la jornada con caídas comprendidas entre el 2% y el 5%, informa el diario digital El Confidencial.

La fuerte caída del CSI eclipsó la del yuan chino, que perdió un 0,6% de su valor respecto al dólar estadounidense que, aunque no parece mucho en comparación con el 7% de la bolsa china, lo cierto es que es la mayor depreciación de la divisa en un solo día desde que Pekín la devaluó un 3% frente al dólar en agosto del 2015. Desde entonces, el yuan ha perdido un 5% de su valor contra la moneda estadounidense, alcanzando su cambio más bajo desde 2011, hasta 6,533 unidades por dólar.

La guerra de divisas

Tras estos acontecimientos, la sensación es que esta tendencia vaya a más y se produzca un efecto dominó que amenace la estabilidad económica mundial iniciando una nueva guerra de divisas, o devaluación competitiva. La depreciación del yuan tiene suficiente trascendencia como para contagiar a otros países con divisas emergentes, como Rusia o Brasil, para que sigan los mismos pasos y estimulen el debilitamiento de sus divisas en pos de preservar su competitividad.

Una de las consecuencias de esta caída fue que el dólar apreció su valor cerca de un 2% contra el real brasileño y un 0,9% contra el rublo ruso. Este avance de la moneda estadounidense le ha permitido permanecer en la zona de máximos históricos frente a la moneda rusa, por encima de los 73 rublos por dólar.

Un efecto secundario del debilitamiento del yuan podría incitar a prolongar las presiones deflacionistas que se siguen sintiendo en EE.UU. y Europa, además de dar argumentos a las políticas monetarias expansivas occidentales como consecuencia de la exportación de productos a bajo precio al resto del mundo. De esta forma China también puede condicionar las futuras decisiones de los bancos centrales.

A esto se suma la importancia de los movimientos y fuga de capitales que se registren tanto en China como en Rusia o Brasil, entre otros mercados emergentes. Cuanto más capital salga de estos países, el valor de sus monedas se depreciará más y más, a menos que estos consuman más aún sus reservas o actúen para defenderlas, elevando las tasas de interés.

Aunque China es el país con mayor abundancia de reservas, si estas siguen cayendo se alimentarán los recelos respecto a su economía a lo largo de este año.

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