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El desafío del Riachuelo argentino, uno de los más contaminados del mundo

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Los países en desarrollo se enfrentan desde hace décadas a un dilema que no logran resolver: industrialización a cualquier precio o un crecimiento más lento pero cuidadoso con el medio ambiente. El Riachuelo de Buenos Aires es uno de los diez ríos más contaminados del mundo. En sus aguas y en su

Los países en desarrollo se enfrentan desde hace décadas a un dilema que no logran resolver: industrialización a cualquier precio o un crecimiento más lento pero cuidadoso con el medio ambiente. El Riachuelo de Buenos Aires es uno de los diez ríos más contaminados del mundo. En sus aguas y en su lecho se acumulan metales pesados como plomo, cromo y cadmio, que no pueden degradarse.

El Riachuelo comenzó a contaminarse hace 200 años, con el desarrollo de la industria de la carne y luego la del cuero. De este modo las empresas que fueron uno de los baluartes del crecimiento económico argentino se convirtieron también en la principal amenaza para la salud de la población.

Sobre las orillas del río viven actualmente unos 5 millones de personas y hay unas 10.000 industrias.

Las autoridades nacionales presionan a las empresas para que dejen de contaminar, pero los empresarios también tienen argumentos de peso.

Hace dos años la máxima autoridad judicial de Argentina, la Suprema Corte de Justicia, decidió tomar cartas en el asunto y obligó al Estado a limpiar el Riachuelo y establecer un sistema de controles.

Pero dos años después de aquel fallo poco ha cambiado. Al Riachuelo y sus afluentes se siguen vertiendo desechos industriales y domésticos, con más de un centenar de vertederos a cielo abierto sobre sus costas. La salud de la población se está viendo gravemente afectada.

Según cuenta Celia Frutos, miembro de la ONG Vecinos Autoconvocados, las consecuencias que ellos tienen en la vecindad son diferentes tipos enfermedades, “entre ellas el lupus, la púrpura y diferentes tipos de cáncer.”

Los residuos tóxicos filtrados a través de las capas de agua contaminan toda la zona cercana. Pero cuando los vecinos tomaron conciencia de que no podían utilizar el agua ni siquiera para las cuestiones de higiene, ya era demasiado tarde.

Angélica Fretes, vecina de la zona contaminada y enferma de cáncer de vejiga, señala que desde el año 2006 tuvo tres operaciones a causa de esta dolencia. “Tengo problemas respiratorios desde 2008. Soy oxigeno-dependiente por problemas de las arterias a las que no les llega el oxígeno.

"Estoy tomando quince pastillas por día,” dice y añade: “Yo pido que me escuchen. No quiero que mis nietos y mis hijos estén como yo estoy.”

Las enfermedades producidas por la contaminación significan además para los vecinos un alto costo en tratamientos y medicación.

El caso de Angélica Fretes y otros afectados ya están en un voluminoso expediente judicial contra las autoridades que debían controlar a las empresas contaminantes.

De todas las medidas que ordenó la Suprema Corte de Justicia hace dos años, ya se ha puesto en marcha la realización de una tubería principal que recogerá y procesará el caudal proveniente de las cloacas. Es un paso. Pero aún resta buscar una solución para la cuestión de los residuos líquidos de carácter industrial, que son los que más daño provocan a la salud humana.

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