Residencias para la tercera edad en República Checa: ¿premio o castigo?
El 20% de los ancianos de la República Checa han sufrido malos tratos, según las estadísticas independientes. El gobierno intenta cambiar la situación, pero todavía le queda mucho para asegurar una vida digna a los que ya no pueden valerse autónomamente.
La mayoría de los que llegan a los asilos de Praga ya no pueden cuidarse por sí mismos. A muchos no les quedan parientes cercanos, y casi toda su pensión se gasta en medicamentos.
Su dependencia de las enfermeras es total. La nieta de una de las residentes para la gente de tercera edad de la capital checa cuenta que un día cuando vino a visitar a su abuela la encontró atada a la cama, desnuda y cubierta de excrementos. Al comentar esta situación a la enfermera jefe, la joven recibió la siguiente respuesta: “Su abuela se portó mal, llévesela a la casa.”
La asociación de ayuda a la tercera edad intenta cambiar esta situación. Ha creado la primera línea telefónica directa para ancianos. Y recibe decenas de llamadas al día.
Según el creador de la línea, para combatir el problema hay que mejorar el sistema de sanidad y subir las pensiones, muy bajas en comparación con el Occidente.
Varios enfermeros afirman que los abusos están desacreditando la profesión. Sin embargo, han habido algunos cambios. Una reciente ley ha introducido un sistema de evaluación independiente y los peores asilos han sido sancionados.
A la República Checa le queda un largo camino por recorrer en cuanto al trato de los ancianos, pero para muchos de ellos los cambios pueden llegar demasiado tarde.