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Los granjeros húngaros no pueden comercializar sus productos en Europa

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Tras la entrada de Hungría en la Unión Europea, los granjeros de ese país se vieron obligados a cortar la producción de carne y huevos. Conocidos por su alta calidad, estos productos no pueden comercializarse en el mercado europeo porque hay excedentes.
Los granjeros húngaros no pueden comercializar sus productos en Europa

Tras la entrada de Hungría en la Unión Europea, los granjeros de ese país se vieron obligados a cortar la producción de carne y huevos. Conocidos por su alta calidad, estos productos no pueden comercializarse en el mercado europeo porque hay excedentes.

En una de las granjas de aves domésticas más grandes de Hungría la temperatura y el medio ambiente siempre permitían producir carne y huevos ecológicamente puros.

Hace menos de una década los patos húngaros se vendían en toda Europa Occidental y en los países de la Comunidad de Estados Independientes. Pero ahora los propietarios se ven obligados a buscar otros mercados porque se hizo demasiado difícil comercializarlos en su continente.

“Hemos perdido el mercado ruso, nuestro consumidor principal, en favor de la Unión Europea. Esto afectó seriamente la demanda”, dice Ferenc Varga, un granjero húngaro en entrevista con este medio de comunicación.

Antes del colapso del régimen socialista en 1990, Hungría era una de las despensas del continente. Su sector agrícola constituía una fuerte parte de la economía y los países postsoviéticos importaban sus productos. En 2004 el país entró en la Unión Europea, pero en vez de una mina de oro la agricultura recibió un duro golpe.

“Resultó que Europa, aparte de Francia, no estaba interesada en nuestas mercancías. Y los propietarios de las granjas tuvimos que reducir la explotación porque mantenerlas se hizo demasiado costoso”, lamenta Ferenc.

Los productores locales perdieron más del tercio de sus ingresos a partir de 2004, en comparación con 1990. Y ahora su propio mercado está prácticamente cerrado para ellos.

“La Unión Europea no quiso mejorar nuestra situación. Ellos no estaban interesados en conseguirlo y no lo hicieron. Porque no les hacen falta nuestros productos. Ellos mismos elaboran suficiente cantidad de manteca, carne y vino. Ellos quieren que el pueblo húngaro compre sus productos. Para nosotros fue lo mismo que convertirnos en una colonia”, manifiesta por su parte Gyula Thurmer, militante del partido comunista de Hungría.

Bruselas puso en marcha un programa especial para desarrollar la agricultura regional que prometía grandes ganancias para los granjeros, pero este dio pocos frutos.

Según el presidente de la Cámara Agrícola de ese país, Atilla Rojas, los supermercados extranjeros invadieron el mercado húngaro con sus mercancías, mucho mejor publicitadas que los productos domésticos. “Y acorde con las regulaciones del Mercado Común no podemos obligar a estos almacenes a vender tan sólo nuestros productos. Lo único que conseguimos hacer para evitar la total destrucción del sector fue obligar a estos comercios a exponer al menos el 30 por ciento de los productos domésticos en sus estantes”, agregó Rojas.

Hungría tiene una moratoria en la venta de los campos a los extranjeros. Los granjeros dicen que es el único factor que mantiene al sector de no caer al abismo. Pero el embargo expira en próximo mes de abril y no se saben si la Comisión Europea permitirá prorrogarlo.

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