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Mi Conuco 86: un oasis de hortalizas en el corazón de Caracas

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En 2.000 metros cuadrados, en medio de la agitada Caracas, Rubén cosecha alimentos a la sombra de inmensos edificios. Una tierra que, dicen, fue abonada por Chávez.
Mi Conuco 86: un oasis de hortalizas en el corazón de Caracas

"Yo estaba solo aquí, rastrillando esta tierra, cuando de repente escuché un grito: ¡Ey, conuquero! Levanto la mirada y veo a un tipo que estaba parado detrás de la barda, mirándome... El hombre estaba en una bicicleta. ¡Epa! Ese como que es Chávez", pensó Rubén.

Soltó el rastrillo y corrió los metros que lo separaban de donde se encontraba el entonces presidente de la Venezuela Bolivariana.

"¿Quién más me va a llamar conuquero en Caracas?", se decía para darse certezas. Se abrazó con Chávez y comprobó eso que muchos comentaban por las calles: que se aparecía sin previo aviso, disfrazado, en barriadas y callejones.

La tierra bendita

El presidente interrogó al campesino:

-¿Hace cuánto que ocuparon esta tierra?

-Unos mesecitos, Chávez...

-¡Ajá! ¿Ya le pusieron nombre?

-¡Sí! Se llama Mi Conuco 86

-¿86?

-Así mismo. Ese número se lo puso la superintendencia de cooperativas...

-Ya... ¿Y qué les hace falta?

-¡De todo! Semillas, abono... Estamos comenzando, presidente.

-No se preocupe camarita -como dicen en los llanos de Venezuela a un 'camarada'- Yo me encargo. Yo los quiero ayudar.

Unos días más tarde, Rubén le abría las puertas a un camión cargado de sacos de abono, fertilizantes y bolsas con semillas de diferentes vegetales y hortalizas.

"Por eso es que nosotros decimos que esta tierra está bendita... porque la abonó Chávez".

Sembrando la ciudad

Yo estaba solo aquí, rastrillando esta tierra, cuando de repente escuché un grito: ¡Ey, conuquero! Levanto la mirada y veo a un tipo que estaba parado detrás de la barda, mirándome... El hombre estaba en una bicicleta. ¡Epa! Ese como que es Chávez

En Venezuela se le dice 'conuco' a una parcela pequeña de tierra destinada al cultivo simultáneo de varias plantas. Mi Conuco 86 es una extensión de tierra de unos 2.500 metros cuadrados. Se encuentra en la parroquia El Valle, en la zona sur de Caracas. A un costado le pasa la avenida intercomunal y del otro, la Autopista Regional del Centro —en el tramo Valle-Coche— que conecta la capital con los estados centrales del país.

En la época colonial, El Valle era considerada una región del interior del país, ya que las distancias, recorridas a lomo de caballo, parecían insalvables. Nacida la Venezuela petrolera, el desarrollo de los sistemas de comunicación permitió que los sitios poblados aledaños al casco central se incorporaran a la ciudad. Para el año 2009 ya se contaban más de 150.000 personas en esta zona de la capital.

Antes de que Rubén se encargara de producir alimentos, esa tierra estaba abandonada y era ocupada por ocho familias que vivían entre matorrales y cartones.

"Cuando nos vinimos a trabajar esta tierra, pedimos ayuda de todo tipo. Nos limpiaron y nivelaron el terreno con maquinarias. Después vino la gente del Gobierno y las familias que estaban aquí fueron trasladadas a viviendas propias".

Algunos se burlan

A pesar de que la Organización de Naciones Unidas para Alimentación y la Agricultura (FAO) reconoció la existencia y producción de los microhuertos como un hecho concreto que impactó positivamente en la economía de varias comunidades, en Venezuela se volvió motivo de burla para los medios y la oposición política.

La FAO colaboró con un programa financiado por Venezuela. Ayudó a 7.200 familias de barrios densamente poblados a planificar y crear sus propios microhuertos. El proyecto estableció 23 unidades comunitarias de producción hortícola, con tecnología hidropónica, así como otros 14 huertos intensivos y 17 huertos escolares. La producción de los huertos comunitarios —calculada en unas 100 toneladas en 2009— se distribuye entre las familias vulnerables.

Desde sus inicios, en 1999, el Gobierno bolivariano ha predicado sobre la necesidad de reducir la dependencia venezolana sobre la renta petrolera que, entre otras distorsiones, generó la llamada agricultura de puertos.

Cuando nos vinimos a trabajar esta tierra, pedimos ayuda de todo tipo. Nos limpiaron y nivelaron el terreno con maquinarias. Después vino la gente del Gobierno y las familias que estaban aquí fueron trasladadas a viviendas propias

Algunos experimentos financiados por el Gobierno, que no se mantuvieron en el tiempo fueron los cultivos organopónicos, los gallineros verticales, la cría y reproducción de peces en zonas urbanas y otras.

Cosechando en la ciudad

La tarea de Rubén entonces, resulta titánica. Lo que produce Mi Conuco 86 se vende de forma directa y sin intermediarios a los habitantes de los edificios que la Misión Vivienda Venezuela construyó frente a ellos. El precio es justo y en él se calcula la inversión y la ganancia.

"La producción es continua. Todo el año las plantas están pariendo frutos orgánicos. Esa es una de las ventajas de un conuco", asegura Rubén. En el suyo hay plantas de: tomate, ajo porro (puerro), yuca (mandioca), auyama (calabaza), ají (pimiento), lechugas, maíz, limón, plantas medicinales, frutas tropicales y hasta plantas ornamentales que luego regalan en escuelas y liceos. Además tienen varios animales: conejos, patos, chivos, gallinas, gallos, pavos y dos perros, que ayudan al proceso de la elaboración del abono orgánico.

Los últimos cuatro meses del año 2015, sus plantas produjeron 1.200 kilos (en total de todos los rubros sembrados) y la producción es constante. Este pequeño conuco produjo 3.600 kilos de alimentos en 2014.

La agricultura urbana no es la solución a los problemas de abastecimiento total en el país. Además es la primera que se fomenta a nivel gubernamental.

A pesar de ello "Es una tarea complementaria. Se abordará con fuerza, para brindar todas las posibilidades al pueblo en su impulso y fortalecimiento", dijo el Ministro de Comunicación de Venezuela, Luis José Marcano, reseñado por el diario 'Correo del Orinoco'.

Con ministerio

La experiencia del Conuco 86 parece celebrada en la decisión gubernamental del 6 de enero pasado, cuando el presidente Nicolás Maduro anunció la creación del Ministerio del Poder Popular de Agricultura Urbana (MinPPAU), y le encargó la tarea de coordinar y ejecutar políticas públicas de atención exclusiva de la agricultura urbana y periurbana.

Es una tarea complementaria. Se abordará con fuerza, para brindar todas las posibilidades al pueblo en su impulso y fortalecimiento

El desarrollo de la agricultura urbana, cree el Gobierno, debe contribuir a resolver el problema central de la baja disponibilidad, acceso y control de los alimentos para la población.

Para ese fin, se desarrolla un Plan de 100 Días, para el inicio de la producción de alimentos en las ciudades. Más de 1.000 hectáreas fueron registradas en las que se prevé la generación de unas 30.000 toneladas de productos.

En la primera etapa, el Plan se centra en 13 rubros, entre ellos acelga, cilantro, cebollín, berenjena, calabacín, pepino, tomate, cebolla, ají dulce, remolacha, pimentón, zanahoria y lechuga. Tras la siembra se esperará la cosecha y se dará inicio a la distribución localizada, territorial y de proximidad, para mejorar la distribución.

Con mucha fe

Mientras a nivel gubernamental enfrentan la guerra económica, Rubén Laya lo hace desde su conuco. Se seca el sudor de la frente, parado en medio de la tierra que abonó Chávez. Mira hacia el sitio donde una mañana el expresidente detuvo una bicicleta, vistiendo pantalón azul, camiseta blanca, zapatos deportivos y una cachucha verde militar.

Sonríe.

-¿Le digo algo? Yo soy devoto de José Gregorio Hernández [considerado santo por el pueblo venezolano] y ahora también de Chávez. Chávez para mí es una fe.

Ernesto J. Navarro

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