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Antisemitismo en los Juegos Olímpicos de 1936: ¿fue EE.UU. cómplice de Hitler?

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Una profesora universitaria revela que la actitud del presidente del Comité Olímpico de Estados Unidos contribuyó al triunfo del enfoque antisemita en Alemania de cara a los históricos JJ.OO. de Berlín.
Antisemitismo en los Juegos Olímpicos de 1936: ¿fue EE.UU. cómplice de Hitler?

Apartar a los judíos de los Juegos Olímpicos fue una tendencia obvia en la Alemania nazi que contaba con cierta complicidad de los funcionarios deportivos de Estados Unidos. Así lo cree la historiadora Barbara Burstin, de la Universidad de Pittsburgh y la Universidad Carnegie Mellon, cuyos comentarios al respecto recoge la revista 'Time'.

A principios de agosto de 1936, en una semana como esta hace exactamente 80 años, todo el mundo se dio cuenta de que Berlín estimaba a sus 'superhéroes' deportivos desde un enfoque racial: no valía tanto su atletismo como su 'pureza' genética. En los meses previos había indicios que anticipaban aquella tendencia insana, pero los responsables del movimiento olímpico estadounidense hicieron la vista gorda ante los hechos y permitieron que Adolf Hitler aprovechara los Juegos Olímpicos de Berlín para su propaganda.

Algunos atletas y varias asociaciones deportivas consideraron retirarse de Berlín 1936 para competir en otro lugar ante las evidencias de que el antisemitismo había afectado ya al ámbito deportivo. El debate sobre un posible boicot a los juegos alemanes chocó contra una oposición por parte de Avery Brundage, el entonces presidente del Comité Olímpico de EE.UU., que sostenía que "los Juegos Olímpicos pertenecen a los atletas y no a los políticos."

Aquella actitud "le proporcionó a Hitler un escaparate", expresó Burstin. "Fue una bonanza de propaganda para él."

Para pasar por un buen anfitrión, Hitler aceptó tolerar la presencia en el equipo olímpico alemán de una esgrimista de 'media sangre', Helene Mayer. Dado que el padre de la atleta era judío, su admisión obtuvo una repercusión internacional en 1935 y el Comité Olímpico Internacional incluso delegó a un miembro estadounidense para garantizar que la mujer formara parte del equipo alemán. Cuando ganó la medalla de plata, el Führer elogió su inclusión asegurando que era "la deportista más limpia del mundo".

Washington envió a Alemania a varios deportistas de origen judío. No obstante, la decisión de un entrenador estadounidense de apartar de las competiciones a dos relevistas de origen judío, Marty Glickman y Sam Stoller, tomada a un día de la apertura de los juegos. Los historiadores no se ponen de acuerdo sobre los motivos de esta decisión.

La condición especial de Mayer apenas podría detener el terrible avance del nazismo. Después de los JJ.OO., relató el entonces embajador de EE.UU. en Alemania, William Dodd, los judíos esperaban "con temor y temblor" que los nazis reanudaran sus acciones antisemitas y así sucedió. Llamativo fue el caso del director de la villa olímpica, el capitán Wolfgang Furstner, quien se suicidó dos días después de las justas a causa de su despido del servicio militar debido a su ascendencia judía.

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