Reciclar para sobrevivir: el remedio de los salvadoreños

Botellas de plástico, metales, pedazos de tela, zapatos, unos centavos si hay suerte. Los basurales cercanos a San Salvador guardan aquello que permite sobrevivir a muchas familias salvadoreñas en medio de la pobreza. Sus vidas giran en torno al reciclaje… un reciclaje que nunca termina.

Mientras los hijos aun disfrutan de la inocencia, de la niñez y la ilusión de que todos los sueños se pueden cumplir, los padres y hermanos mayores, en un enfrentamiento con la cruda realidad, revuelven entre los desperdicios para ganarse el pan de cada día.

Los problemas económicos que enfrenta El Salvador han contribuido a la necesidad de buscar cualquier manera posible de sobrevivir, sin dar importancia a que en muchos casos sea muy riesgosa. La recolección de los productos procedentes de los basureros es una de las principales fuentes de ingresos de más de la mitad de los salvadoreños. La labor en condiciones ambientales inapropiadas, la exposición al contagio de un sinnúmero de enfermedades de todo tipo no asusta a esta gente, que ya no tiene otro remedio.

Estadística de la miseria

De acuerdo a la agencia estadounidense USAID, el 58% de la población vive bajo el umbral de pobreza, sin acceso a los servicios básicos, educación y salud. El país ocupa la tercera posición en Latinoamérica en niveles de hacinamiento y más de la mitad de las familias habitan en viviendas precarias.

Los representantes del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) emitieron un Informe Regional sobre el Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe 2010, que indica que sólo el 3.1% de los jóvenes cuyos padres no completaron la primaria concluyeron sus estudios universitarios. Y aunque algunos tienen la suerte de poder asistir a las escuelas públicas, una buena parte de los estudiantes no llega a completar el bachillerato.

Emigración como una solución

La situación de pobreza, especialmente en las áreas rurales, así como la escasez de oportunidades de empleo, hacen que cada año unas 720.000 personas salgan del país en busca de un futuro mejor. El Centro Centroamericano de Población calculó que este número equivale al crecimiento vegetativo de la población económicamente activa.

El Ministerio de Asuntos Exteriores salvadoreño señala que, con una población de 6.700.000 habitantes, alrededor de 2,3 millones de salvadoreños, es decir más de la tercera parte de la población, viven en Estados Unidos u otros países del mundo.

Las remesas que los salvadoreños residentes en el extranjero envían a sus familias, una fuente importante de ingresos, conforman aproximadamente un 13% del PIB, y superan en un 20% a las exportaciones totales, lo que ha permitido mantener una economía artificial. Sin embargo, en los últimos tiempos, debido al alto nivel de desempleo en EE. UU., las remesas extranjeras se han reducido, cosa que amenaza con agudizar aún en mayor grado una situación que parece cada vez más incierta.

Mientras tanto, día a día los salvadoreños cuyas vidas transcurren en medio de montañas de basura, esperan la ayuda del gobierno, porque quieren un futuro más allá del reciclaje.