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‘Lluvia en San Petersburgo’ muestra el amor de una ciudad por su lluvia

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Los ciudadanos de San Petersburgo suelen decir: “En la ciudad hizo buen tiempo, pero yo trabajaba justo ese día”. Este chiste, como muchos otros, tiene una base real, ya que la urbe no mima a sus habitantes con lo que podríamos considerar buen tiempo, ofreciendo sólo entre 25 y 60 días de sol al añ
‘Lluvia en San Petersburgo’ muestra el amor de una ciudad por su lluvia

Los ciudadanos de San Petersburgo suelen decir: “En la ciudad hizo buen tiempo, pero yo trabajaba justo ese día”. Este chiste, como muchos otros, tiene una base real, ya que la urbe no mima a sus habitantes con lo que podríamos considerar buen tiempo, ofreciendo sólo entre 25 y 60 días de sol al año. El clima lluvioso no es solamente una de las principales características de la región, sino una parte inalienable de la imagen de la ciudad, ahora reflejada también en la exposición de botas de agua ‘Lluvia en San Petersburgo’. Paraguas, capas, botas de agua que protegían a los ciudadanos dos siglos atrás de la lluvia, así como obras de pintura y gráficas, se muestran en la fortaleza de San Pedro y San Pablo y a pesar del extraño tema, la muestra es muy popular.

La primavera pasada llegó a la ciudad la moda de las botas de agua de vivos colores, de manera que el fondo gris del ambiente primaveral, los aguaceros de verano y la llovizna de otoño e invierno están ahora iluminados con una abundante decoración “a lo leopardo” o “a flores” en las botas de las jóvenes más a la moda. Y les interesa saber cómo vestían esas prendas hace 200.

 

Hace 200 años todo era diferente. Solamente podían verse los 'galoshi' grises y negros provenientes de la producción del monopolista ruso de la industria del caucho, la fábrica Krasni Treugolnik (en español, "triángulo rojo"). En la exposición actual, amenizan la aburrida abundancia de lo oscuro los elegantes paraguas femeninos y unas 200 obras de pintura y gráficas, esculturas, documentos y carteles de las colecciones privadas y estatales, así como obras de artistas modernos.

Krasni Treugolnik remonta su historia a 1860, año en el que su fundador, Ferdinand Krauzkopf, trajo tanto la maquinaría, como el proceso tecnológico y los primeros operarios de EE. UU. y Alemania. El secreto de la producción se guardaba rigurosamente hasta de los obreros de la factoría que fabricaba tanto 'galoshi', como ropa impermeable, colchones y caucho para aviones e industria pesada. Los beneficios de la fabrica eran tan elevados que durante los primeros años no publicaban el balance anual para no atraer la atención de otros empresarios al ventajoso sector.

En el año 2005 la fabrica se declaró en quiebra y su territorio se convirtió en el centro artístico de movimientos 'underground' y de la cultura rock. Los talleres se alquilan para conciertos, espectáculos y exposiciones de artistas de arte moderno.

Algunos de ellos ahora presentan sus trabajos en la exposición ‘Lluvia en San Petersburgo’.

La serie de fotos bautizada como ‘Nocturno’ nació de la investigación de los canalones de la ciudad. Las imágenes están reproducidas en hojalata de techo, el material del que están hechos los propios canalones.

“El poeta Vladímir Maiakovski se preguntaba en sus obras si se podría tocar un nocturno en la flauta de los canalones. Me parece que mi nocturno se ha llevado a cabo y el material que tengo es suficiente para la sinfonía completa. Miles de estas finas líneas verticales ocupan su tímido pero digno e inalienable lugar en el rostro de San Petersburgo y cada canalón tiene su propia 'cara", destaca el autor del proyecto Alexandr Terebenin.

Andrei y Niñita Sazonov con su 'instalación' proponen a los espectadores tener un contacto visual y sonoro con el cielo de la ciudad. A través de las cornetas acústicas en un aparato se puede escuchar los sonidos del cielo, la llegada de tormentas o el frente de lluvias. Este 'Analizador de nubes de lluvia'  también posee un sistema especial de espejos con el que se puede observar el cielo por el agujero del canalón. Y las latas adjuntadas al aparato están destinadas a la recogida de lluvia para su análisis.

Otra participante de la exposición, Yulia Avgustinóvich, vistió con capas impermeables a las figuritas de los edificios emblemáticos de la ciudad, que sufren como los seres vivos la 'lluvia eterna' de San Petersburgo.

La lluvia habitualmente azota las ventanas de los ciudadanos lentamente, lo que convierte su vida en algo tranquilo. Su mundo personal no se puede imaginar fuera de la lluvia, aseguran los artistas de la exposición, que nos invitan a la fortaleza de San Pedro y San Pablo hasta el 30 de noviembre con las palabras del poeta ruso Nikolai Agnivtsev del inicio del siglo XX: “La lluvia de San Petersburgo es más querida que el Sol de miles de Grenadas”.

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