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Las mujeres afganas se ven obligadas a guardar silencio

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Una mujer afgana que debe elegir entre su hija y su familia… Una situación que viven muchas féminas en Afganistán. ¿Por qué las víctimas de malos tratos no pueden contar con la ayuda de las instituciones? “Me siento tan sola. Mi marido me pegaba... Estoy enferma, mi hija también. Mis otros dos hi
Las mujeres afganas se ven obligadas a guardar silencio

Una mujer afgana que debe elegir entre su hija y su familia… Una situación que viven muchas féminas en Afganistán. ¿Por qué las víctimas de malos tratos no pueden contar con la ayuda de las instituciones?

“Me siento tan sola. Mi marido me pegaba... Estoy enferma, mi hija también. Mis otros dos hijos están con mi marido”, dice una víctima habitual de malos tratos. Esta chica valiente se ha comprometido a dar la entrevista a nuestro canal. Ella está afrontando una situación que no se le puede desear a nadie: debe elegir entre su hijo y su familia. Su marido la echó de casa y ahora sus padres dicen que la aceptarán sólo si abandona a la niña que tuvo con él.

Su familia se oponía a la boda desde el principio. El novio era de otra tribu, ya estaba casado y tomaba drogas. Pero la joven, que entonces tenía 14 años, se escapó y se casó con él.

“Mis hermanos me querían matar. Tenía mucho miedo. Me han dicho que si vuelvo sola me aceptarán pero si llego con mi hija nos matarán a las dos. También tengo miedo de mi marido”, afirma la mujer de 24 años.

Ahora ella se esconde en un centro de acogida y no parece que nadie pueda hacer algo por ella.

 “Las mujeres se sienten desamparadas. Incluso raras veces cuando estos casos llegan a los tribunales, es imposible obtener justicia. El número de mujeres que han sido quemadas vivas ha aumentado en los últimos 6 o siete años. En particular, en las provincias de Herat o Kandahar. No ven ninguna salida a su situación”, insta Parvir Rahimi, Defensora de los derechos de la mujer.

Estos jueces afganos están examinando el caso de una joven que quiere romper su matrimonio, pero se lo prohíben. En la siguiente  audiencia un marido reclama el divorcio porque su esposa fue a visitar a sus padres sin que él se lo consintiera.  


 “Aquí no hay fiscales mujeres y en la mayoría de las provincias tampoco mujeres policías o juezas. Cuando se le acusa de algo a una mujer, nadie la puede ayudar”, subraya Parvir Rahimi.

Los juristas afganos afirman que no pueden hacer más de lo que hacen por ellas. Los 30 años de guerra perjudicaron el sistema judicial afgano. En total, 15 jueces murieron y muchos tribunales fueron destruidos. Tenemos problemas con la plantilla y con el transporte. Pero en las áreas remotas la situación es aún peor. A menudo las cortes pueden hacer bien poco, especialmente donde la ley la establecen los caudillos militares.

“El orden y la seguridad ayudan a cumplir con la ley. En las zonas urbanas es más fácil. Pero en algunas aldeas la legislación es impracticable”, dice Abdul Malik Kamawi, director de Judicatura. Muchos jueces se niegan a trabajar ahí: los salarios son más bajos y hay menos seguridad.

 “Debemos aumentar los salarios de los jueces para que puedan vivir dignamente, concederles una vivienda, en particular, en las áreas rurales. Además hay que formarles y hacer públicas sus sentencias”, añade Mohammad Qaasem Hashemzai, viceministro de Justicia.

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