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Traición recién sacada del horno

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El periódico ruso ‘Kommersant’ investigó quién denunció ante los servicios especiales estadounidenses la red de agentes de inteligencia rusos. RT les presenta la publicación del medio:
Traición recién sacada del horno

El periódico ruso ‘Kommersant’ investigó quién denunció ante los servicios especiales estadounidenses la red de agentes de inteligencia rusos. RT les presenta la publicación del medio:

El escándalo de espías ruso-estadounidenses que estalló este verano, según admitieron las autoridades rusas, ha sido el resultado de una traición. Pero si el Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia (SVR, por sus silgas en ruso) hizo públicos los nombres de los diez efectivos propios, a quienes ´recibió´ de los EE. UU., y de los cuatro figurantes de los casos penales abiertos en Rusia por traicionar a la patria, en cambio, no hizo lo mismo con el nombre del culpable en la traición. ‘Kommersant’ buscó llenar los blancos y descubrió quién era el traidor y cómo son las perspectivas de la junta de gerentes de SVR, donde él trabajó durante mucho tiempo, supervisando el trabajo de los agentes rusos a quienes finalmente denunció ante las autoridades estadounidenses.

La investigación fue llevada a cabo por los corresponsales Vladímir Soloviev y Vladislav Trífonov.

El coronel traidor

“Es el resultado de una traición y los traidores siempre tienen un mal destino. Suelen morir míseros y abandonados en el alcohol o las drogas”. De ese modo, el primer ministro de Rusia, Vladímir Putin, comentó el mayor escándalo de espías en toda la historia rusa-estadounidense, que estalló este verano.

Putin no denunció el nombre del traidor, aunque no cabe duda alguna de que lo conocía. Las fuerzas especiales rusas también ocultaban estos datos. En cuanto empezaron a sonar las preguntas acerca del escándalo de los espías, los efectivos prefirieron callar. El jefe del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, también comentó al ‘Kommersant’: “no sé nada”.

Cualquier tipo de información acerca de la persona a quien, tanto el primer ministro Putin como el presidente Medvédev, llamaron ‘traidor’ estuvo guardada tan escrupulosamente, como si en verdad se hubiese tratado del agente secreto más querido del país. Puede ser que la razón fuera la investigación a escala, lanzada de inmediato tras el descubrimiento de la red, y que todavía no terminó. La fuente del ‘Kommersant’ comentó al periódico los procedimientos de la investigación y comunicó que en ella están involucrados “un montón de ex efectivos y efectivos actuales de la SVR”. Recomendó además “no meterse en este asunto”.

Recoger los datos acerca del traidor parecía más una labor de inteligencia y no una investigación periodística. Los funcionarios que poseían algún dato acerca del caso, por lo minúsculo que fuera, rechazaban hablar por teléfono y siempre insistían en un encuentro personal. En un intercambio de correos con el ‘Kommersant’, cambiaban varias veces sus direcciones electrónicas, eliminando todos los mensajes acerca del tema de inmediato, apenas tras leerlos: “sabemos quién es y dónde está. Traicionó por dinero o porque simplemente lo atraparon en algo. Pero no hay dudas: ya mandaron por él a un ‘Mercader’ ”. Así respondió a la pregunta del periódico uno de los altos cargos de la Administración del Kremlin y agregó: “el destino de ese tipo de personas es muy duro. Cargará con esto durante toda su vida y tendrá miedo cada día”.

Finalmente, el ‘Kommersant’ reveló que este ‘Él’ es el coronel Scherbakov, quien durante mucho tiempo trabajó en la SVR como jefe del departamento estadounidense ‘S’, que supervisaba las actividades de los ‘agentes ilegales’.

En ‘El bosque’ (así es como se llama en la jerga a la sede de la SVR, ubicada en Moscú, en la región de los bosques de Yásenevo) no habían notado que la hija de Scherbakov desde hacía mucho tiempo residía en los EE. UU.: “es muy raro que nadie se haya dado cuenta de que una persona con semejante puesto tiene familiares en el extranjero. Éste es uno de los muchísimos detalles del caso que interesa tanto a los investigadores”, comentó uno de los efectivos del Servicio Federal de Seguridad al diario. “Estas cosas se siguen muy severamente en estructuras mucho menos clandestinas que ésta. Por ejemplo, hubo un caso en el que despidieron del Consejo de Seguridad a una persona cuyo familiar apenas iba a casarse con un extranjero. En la SVR estas cosas deben seguirse más que escrupulosamente”.

La SVR no sospechó nada, incluso cuando Scherbakov rechazó un puesto más alto que le habían ofrecido aproximadamente un año antes del escándalo de los espías. Por lo visto, para evitar la prueba del detector de mentiras, obligatoria en estos casos.

Esto indicaría que ya entonces colaboraba con los servicios especiales de los EE. UU. Sea como fuere, en junio las autoridades de EE. UU. confirmaron que habían empezado a vigilar a los agentes rusos ya 10 años atrás.

Tampoco se fijaron en que el hijo de Scherbakov, quien trabajaba en otra estructura estatal de los servicios especiales (el Servicio Federal ruso de Control del Tráfico de Drogas), con mucha prisa salió de Rusia para EE. UU. muy poco antes de ser descubierta la red de agentes en EE. UU. Según la fuente del ‘Kommersant’, en las estructuras estatales de Rusia el mismo traidor huyó del país tan sólo tres días antes de la visita de Dmitri Medvédev a EE. UU. en junio. La fuente comentó: “después de eso, los estadounidenses, temiendo de que podríamos sospechar una traición y empezar a sacar del país a nuestros agentes, empezaron a arrestarlos. Eso puso a la Casa Blanca en una situación bastante difícil y los hizo sentirse preocupados, ya que nadie quería complicar la primera visita de Medvédev a EE. UU.”.

El general damnificado

Después del estallido del escándalo, el apellido de Scherbakov para la SVR es una palabrota. Y la cuestión ya no es que traicionó a los suyos, sino cómo lo hizo. Según afirman las fuentes del ‘Kommersant’, Scherbakov en persona ayudó a denunciar a uno de los agentes más secretos de Rusia, Mijaíl Vasenkov, también conocido como Juan Lázaro, de 65 años de edad.

En los años 60, el señor Vasenkov-Lázaro fue enviado a España, donde partió para Chile. Fue allí donde empezó a trabajar para Inteligencia Exterior de la URSS. Como ´máscara´ usó la profesión de fotógrafo. Los colegas del agente comentan: “es realmente un excelente fotógrafo y convirtió su talento en una forma de encubrimiento para realizar sus misiones”. En su calidad de fotógrafo de moda, Lázaro viajó por toda América Latina, pretendiendo que buscaba vistas para sacar imágenes. ´De paso´ estableció relaciones con muchos políticos y hombres de negocios de la región. Sus amigos y conocidos fueron usados luego por los servicios de inteligencia tanto para sacar información, como en calidad de ´agentes de influencia´.

En los 70, Vasenkov se casó con una periodista peruana, Vicky Peláez y, en poco tiempo, la pareja se mudó a los EE. UU., bajo una orden de Inteligencia Exterior de la URSS. Al parecer, la señora Peláez dijo la verdad cuando, después de estar detenido su esposo, declaró que no sabía quién era él en realidad. En EE. UU. los Lázaro vivían modestamente, aunque la mujer del agente ruso fue una de las periodistas más influyentes de la publicación en español ‘El Diario’. Además, entre los conocidos de Vasenkov estaban varios altos cargos del ramo izquierdista del Partido Democrático de los EE. UU. Por cumplir exitosamente las misiones, en los 80 le otorgaron al agente, bajo una orden secreta, el título del Héroe de la Unión Soviética.

Las habilidades y conexiones del agente Vasenkov realmente impresionan. Según uno de sus conocidos, una vez Vasenkov–Lázaro consiguió quedarse con el horario de visitas al extranjero del presidente de EE. UU. de varios años por delante. Durante su estancia en el extranjero, terminó tres carreras universitarias. Ya residiendo en los EE. UU., con más de 60 años, recibió un grado doctoral en Ciencias Políticas. “En todos sus años de trabajo en el extranjero se asimiló tanto que prácticamente olvidó el ruso”, dijo un interlocutor del ‘Kommersant’. “Es un profesional excelente. Y si no fuera por la traición, los EE. UU. nunca habrían sabido nada de él”.

Poco antes del arresto, recibió el título de general de Rusia. Con todo eso, se jubiló ya hace años y formalmente podría rechazar seguir trabajando para Inteligencia. Aunque no lo hizo.

Vasenkov–Lázaro tenía un ´currículum´ 100% ´irreprochable´: aún al arrestarle, los servicios especiales estadounidenses no lograban probar las relaciones del detenido con la inteligencia rusa. Delante de sí los investigadores tenían a un ciudadano respetado, cuyos hijos y mujer, numerosos amigos, compañeros de estudios, vecinos e influyentes conocidos estaban dispuestos a confirmar bajo juramento cualquier detalle de la vida de un estadounidense honesto de 65 años de edad. El mismo arrestado hasta el último momento rechazó cualquier acusación e insistió en que era inocente. Colegas del señor Vasenkov comentan que es probable que finalmente habría podido salir en libertad, si no fuera porque el coronel Scherbakov se presentó en su celda.

Las fuentes de ‘Kommersant’ describen así este encuentro: “la persona que entró en la celda se presentó en ruso: dijo su nombre, apellido, cargo y lugar de trabajo. Y luego pronunció, también en ruso: Mijaíl Anatólievich, tiene que confesar y entregarse”. El arrestado contestó a su ´huesped´ en inglés que no entendía la lengua es que le estaba hablando. Entonces, el visitante lo repitió todo en inglés. Y en respuesta escuchó: “yo soy Juan Lázaro. Todo lo que está pasando aquí es un estúpido error y no entiendo qué es lo que tengo que confesar”. Después de eso el coronel Scherbakov entregó a los estadounidenses el expediente personal de Vasenkov–Lázaro que trajo consigo desde Moscú. Después de que los documentos con la información más detallada fueron colocados delante del sospechoso, él dijo su nombre real, pero agregó que no iba a comunicar nada más.

Los investigadores trataron de sacar alguna información del agente, y le rompieron en el interrogatorio tres costillas y una pierna. Con estas fracturas él volvió a Rusia, en el marco del intercambio que tuvo lugar en julio: los diez agentes rusos descubiertos en los EE. UU. a causa de la denuncia del coronel Scherbakov regresaron a Rusia y, en cambio, los cuatro figurantes de casos penales en Rusia acusados de traicionar a la patria fueron deportados a EE. UU. Los colegas del señor Vasenkov comentan que apenas aquél volvió a Rusia, dijo a sus jefes que no desea vivir aquí y que quiere irse al extranjero. SVR comenta: “Podemos entenderle. Lo sucedido no es una simple traición. Traer un expediente personal de un agente a los ´enemigos´ es un… problema puto. Eso no sucedía jamás”. El único consuelo para la SVR es que uno de los agentes rusos conocido bajo el apodo de Robert Christopher Metsos, logró huir a Chipre. “Un hombre cuya foto estaba en las manos de cada policía del país logró esfumarse. Nadie sabe por qué ruta, a través de qué puertos y adónde se fue”, comentan con orgullo los efectivos de los servicios especiales rusos: “eso es ser un profesional”.

Análisis de fracasos

El escándalo de los espías casi no afectó las relaciones bilaterales entre Moscú y Washington. Por lo menos, en cuanto a la política. Ha sido, tanto porque el Kremlin como la Casa Blanca estuvieron igualmente interesados en reducir al máximo los efectos negativos de esta historia y no estropear así sus relaciones, que acaban de volverse más ´amistosas´. Uno de los funcionarios comentó, luego de haber participado en persona en las negociaciones con EE. UU.: “según los datos que manejamos, cuando a Obama le presentaron el informe acerca de la operación que preparaban, él en persona insistió en que no se estropee su ´juego político´ con los rusos. Por eso no sancionó realizar los arrestos en vísperas de la visita de nuestro presidente. Pero no podía ordenar a sus servicios especiales que no llevaran la tarea a cabo. Finalmente, los arrestos fueron realizados casi de inmediato después de la visita, lo que también resulta un ‘mauvais ton’. Pero entendemos que para Obama la situación no ha sido nada fácil”.

Aunque los servicios especiales rusos reaccionaron a los arrestos de una manera bastante emocional, se alegraron de verdad cuando, a cambio de los diez agentes, EE. UU. solicitó, entre otros, a Ígor Sutyaguin, ex jefe del sector de Política Militar-técnica y Militar-económica del Departamento de Investigaciones de Políticas Exteriores del Instituto para EE. UU. y Canadá de la Academia de Ciencias de Rusia. Uno de los funcionarios de la Administración de Medvédev comentó: “Bórtnikov se alegró muchísimo. Eso equivalía a que los estadounidenses dijeran públicamente que Sutyaguin era su agente: todo el mundo supo que él realmente era un traidor”.

Para no agravar más la situación con Moscú, esta vez los EE. UU. prefirieron callar el nombre de la persona que denunció la red. Uno de los efectivos de los servicios especiales rusos comentó a ‘Kommersant’: “antes todo era diferente: cuando alguien huía de nuestro país, de inmediato los EE. UU. solemnemente declaraban: Ivanov Iván Ivánovich está aquí, se encuentra muy bien y no necesita apoyo del Consulado ruso. Pero el caso de Scherbakov es muy diferente. Los estadounidenses se alegran, pero de una manera muy quieta, de que lograron ´hacérsela´ a los rusos y celebran éxitos y nuevos cargos en su carrera. Y nosotros realizamos investigaciones e inspecciones internos”.

Sin embargo, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia comentó que sólo a primera vista el escándalo causó poco ´ruido´. Un diplomático ruso se quejó: “en ‘el bosque’ hasta ahora están tan enfadados, que con todas sus fuerzas obstaculizan cualquier colaboración con EE. UU., incluso en un tema tan importante como la defensa antimisiles”.

El Servicio Federal de Seguridad calificó que ‘no tiene precedentes´ la investigación que se está realizando ahora para revelar los detalles de la red denunciada. La fuente de ‘Kommersant’ dijo: “es un gran lío y para muchos esto resultará en perder el cargo y los títulos”. Según él, debido al caso volvió a plantearse la cuestión de volver a la SVR bajo el control del Servicio Federal de Seguridad, sucesor de la KGB.

Reaparecieron entonces rumores acerca de un próximo despido del actual jefe de la SVR, Mijaíl Fradkov. Según los datos del ‘Kommersant’, Dmitri Medvédev, en una de las reuniones cerradas, a pesar de estar convencido de que el escándalo de junio es resultado de la traición y no de un error de los Servicios de Inteligencia, comentó que en la SVR habrán cambios de personal: “un fiasco es motivo para quedarse pensando”. Sin embargo, por ahora, el Kremlin no anunció definitivamente sus planes acerca del futuro destino de la SVR.

En octubre, el departamento de prensa del Kremlin informó que a todos los espías ´fallados´ les serían concedidas “condecoraciones de distinción superior del Estado”. Según la información del ‘Kommersant’, entre las condecoraciones entregadas está la de la Orden del Coraje, que se otorga por la valentía y la abnegación manifestadas durante el cumplimiento de los deberes militares, civiles u oficiales, bajo condiciones de riesgo para la propia vida”.

La decisión de otorgar a los agentes las condecoraciones fue tomada por el presidente Dmitri Medvédev en persona, quien les considera “unos talentosos aventureros”.

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