¿Qué desean los estadounidenses para el año 2011?

¿Qué desean los estadounidenses para el año 2011? ¿Quizás, un coche nuevo, una casa más grande o más dinero? Antes sí, pero ahora, tras la crisis e incertidumbre política…

“Me conformo con no morirme de hambre”, dicen algunos, como Emilio Calderón, desempleado de Miami.

De acuerdo a los expertos, el desempleo crónico, sumado a los profundos altibajos en la percepción política, han producido una crisis de identidad en la sociedad estadounidense. Opinan, que ahora la gente no puede gastar lo mismo que antes, ya que en el tiempo actual se puede hablar de una depresión crónica. Los residentes del país ya no están tan seguros de su futuro próximo.

El fenómeno no es nuevo, en los años 50 y 60 la generación de los 'Baby Boomers' estadounidenses parecía gozar del paraíso de la sociedad de consumo dirigido. Sin embargo, a medida que la economía industrial evolucionó hacia un complejo mercado de servicios e intereses multimillonarios, también el contexto social del país se alteró de un modo perceptible, a tal punto que hoy por hoy, el poder económico parece superar a la democracia.

El filósofo y autor, representante del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) Noam Chomsky opina: “Vivimos en una sociedad que funciona para el beneficio de las instituciones financieras. El individuo es una unidad utilizable, pero no una entidad. Por ejemplo, la salud en este país es un lujo; hay quienes señalan que la salud colectiva genera déficit… al contrario, la mitad del déficit estadounidense se debe al gasto militar que beneficia a las industrias de ese rubro”.

Y ese balance en rojo se refleja a su vez en la reducción del gasto público: planes de pensiones para jubilados y apoyo financiero para las personas de bajos ingresos son estamentos federales que ya no son prioridades en el presupuesto nacional.

De acuerdo a las más recientes cifras, los Estados Unidos ingresan al 2011 con serios problemas: más de 40 millones de residentes viven en la pobreza; el número de indigentes en las ciudades se ha duplicado, triplicado en algunas instancias… y tan solo este año, más de un millón de personas ha perdido su hogar. Con todo, dicen que lo último que se pierde es la esperanza.