Los responsables por la tragedia de Camboya quedarán impunes
Los responsables del perecimiento masivo de gente en Phnom Penh, capital de Camboya, durante una estampida suscitada el último día del tradicional Festival del agua del pasado 22 de noviembre, permanecerán impunes. El primer ministro, Hun Sen, admitió que la culpa era del Gobierno, pero aseguró que no castigaría a ninguno de los funcionarios que habían organizado las celebraciones.
“Nos acusaron de inactividad; tenemos que aceptar esta carga, ya que la gente murió”, dijo Hun Sen durante la ceremonia de apertura de un nuevo edificio gubernamental. Concluyó en continuación que se debía percibir lo sucedido como “una lección histórica que todos habríamos de recordar”.
Horas antes uno de los miembros de la comisión que instruía las causas de la tragedia revalidó la versión inicial de las autoridades. Explicó que los participantes del la celebración anual estaban acercándose al recinto ferial pasando en muchedumbre por un puente estrecho (el de Diamante) en sentidos opuestos al momento que la salida resultó ser casi imposible. Una vez desmayadas varias personas, otras se pusieron a gritar que la construcción no podría resistir el peso de tanta gente; eso provocó cierto alarmismo, luego un pánico y una estampida masiva. Muchos de los asustados vecinos saltaron al río y perecieron en sus aguas.
Las autoridades enumeraron las víctimas fatales del incidente en 351 personas, mientras las cifras iniciales eran aun mayores: se decía que habían muerto más de 450. Más tarde el Gobierno denunció que el cómputo preliminar era erróneo, debido a que eran realizadas por distintos organismos públicos que con frecuencia contabilizaban a un mismo cuerpo más de una vez.
Hun Sen y otros miembros de su gabinete opinaron anteriormente que en Camboya no había suscitado ningún accidente tan terrible desde la época de Pol Pot, el líder de los 'jemeres rojos'. No obstante, la actual disposición gubernamental al respecto supone que tras el arrepentimiento no tendrán lugar ningunos reajustes profesionales o institucionales que deberían prevenir la probable repetición de la tragedia.