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Tim McKenna: mirar el visor es peligroso para la vida

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Qué espera a un fotógrafo en el 'tubo de ola' con un surfista; cómo hacer fotos desde un helicóptero y debajo de agua; cuántas cámaras hundió y qué hacer si una ola de seis metros te empieza a apretar son cosas que compartió en el seminario de fin de semana en Moscú Tim McKenna, el famoso fotógrafo
Tim McKenna: mirar el visor es peligroso para la vida

Qué espera a un fotógrafo en el 'tubo de ola' con un surfista; cómo hacer fotos desde un helicóptero y debajo de agua; cuántas cámaras hundió y qué hacer si una ola de seis metros te empieza a apretar son cosas que compartió en el seminario de fin de semana en Moscú Tim McKenna, el famoso fotógrafo de surf de Tahití. En el marco de la exposición ‘El salto hacia el futuro’ en el territorio de ex fábrica de chocolate ruso Krásny Oktiabr, McKenna mostró no solo las obras que suelen verse en las revistas especializadas, sino también lo que pasa 'entre las olas'.

Tim McKenna nació en Australia, creció como surfista profesional en el litoral del océano Atlántico de Francia y ahora vive en Tahití, donde congela con sus cámaras las olas más fuertes y espectaculares del mundo. Allí está la famosa ola 'Teahupo’o', que dio nombre al poblado en el suroeste de la isla, una de las zonas de surf más importantes del mundo. Las olas consiguen tres metros allí y el modo más útil para hacer una foto genial es desde el agua.

Para esto, el método es peligroso y complicado, porque hay que tener en mente el factor de casualidad y saber muy bien el comportamiento del océano en general y la trayectoria de una ola en particular.
 



En el video y la foto se puede ver que fotógrafos como Tim McKenna usan estuches herméticos de fibra de cristal, plástico y aluminio para sus cámaras con óptica de ángulo ancho y flash. Usan también lentes 'ojo de pez' para lo que tienen que aproximarse mucho al deportista, entre 1,5 y 2 metros, lo que es muy peligroso. Con aletas, máscaras y carga (los equipos de buceo no sirven) esperan la ola y calculan aproximadamente dónde aparecerá el surfista, bucean bajo la ola para que no les lleve, emergen, toman la foto y nadan rápidamente para no molestar al surfista y no caer debajo de la espuma.

Tim notó que en este caso el fotógrafo no mira al visor, pues no hay tiempo. Así, solo lanzan la mano con la cámara en el estuche, hacen una serie de fotos y solo después las ven. Tales fotos son pura armonía de la espontaneidad. El resultado es siempre inesperado, mientras la textura de las olas y el agua crean el efecto mágico y cautivador.



Si, a veces no hay salida (como en la foto de arriba): la ola se rompe no el lugar supuesto y Tim tiene que esconderse debajo, en el ‘paso’ de entre 1,5 y 2 metros que forma la ola.

A la pregunta de cuantas cámaras Tim perdió durante su trabajo en el océano, el fotógrafo destacó que unas 5 o 6. Pero no fue vinculado al surfing, sino a otros proyectos de publicidad y moda. El riesgo de chocarse con un surfista es mínimo si uno es un profesional que obviamente controla su tabla de surf.

De todas formas, Tim mencionó que ya existen motos acuáticas 'jet ski submarino U-boat' que desarrollan una velocidad bajo el agua de hasta 17 kilómetros por hora y se pueden equipar con una cámara con control remoto y así no arriesgarse tanto.

El control remoto de la cámara es tambien usado por fotógrafos surfistas, como en la foto de arriba. El fotógrafo está en una barca a la salida del tubo de agua y hace fotos. Pero esto se puede hacer solo cuando la ola tiene la forma ideal y se ve al deportista desde la barca. En Tahití, este tipo de grabación es más útil porque la frontera donde se enfurecen las olas y el espacio tranquilo para las barcas es muy cómodo.

Los amateurs a veces tratan de hacer fotos desde sus piraguas o 'kayaks', lo que no es muy eficaz, porque el fotógrafo tiene hacer tres cosas a la vez: hacer fotos, remar, y cuidarse de las olas, los surfistas, etc. Las dos últimas tareas son ejecutadas por el conductor de la barca más grande, conocedor del mar.





Tim McKenna analiza diariamente los pronósticos meteorológicos y valora las olas por sí mismo durante cierto tiempo desde la costa. En realidad, para él existen solo 20-30 días perfectos con olas ideales para grabar y esto es una de las razones principales por las que, según él, un fotógrafo de surf nunca logra ser rico. Una foto hecha con tanto riesgo para la cubierta de una revista de surf cuesta unos mil dólares, mientras que una foto que usa una compañía para publicidad durante el año entero vale entre 4.000 y  5.000 dólares. Tomando en cuenta que hay pocas revistas de surf y que el viaje y el estuche hermético cuestan entre 2.000 y 3.000 dólares, aquel dinero no es mucho. Pero el amor a lo que hace, la magia del agua, mantienen a Tim en su profesión.

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