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Dilma Rousseff cumple 100 días al frente de la mayor economía de Latinoamérica

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Han pasado 100 días desde el momento en que la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, tomó posesión del cargo de manos de su predecesor, José Inacio Lula da Silva, para dirigir el mayor país latinoamericano.

Han pasado 100 días desde el momento en que la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, tomó posesión del cargo de manos de su predecesor, José Inacio Lula da Silva, para dirigir el mayor país latinoamericano.

Y este tiempo no ha pasado en vano ni para la presidenta, ni tampoco para el país. En sólo 100 días Rousseff dejó claro que no es “Lula con faldas” y tiene su propio carácter.

Para empezar, la nueva líder de Brasil redujo los gastos presupuestarios, algo que, entre otras cosas, dejó en suspenso una millonaria licitación para la compra de 36 aviones franceses de combate. 

Además en el plano interno ha impuesto su propio criterio en los nombramientos de altos cargos, lo que antes era un problema para todos los presidentes brasileños.

En muchas de sus acciones se deja notar su independencia de su exjefe y mentor político. Así, por ejemplo, Dilma se ha acercado a la prensa afirmando que "un gobierno debe saber convivir con las críticas de los diarios para tener un compromiso real con la democracia". A lo largo de la presidencia de Lula la relación con los medios parecía depender de hasta qué punto los periodistas criticaban aspectos de su gestión, algo que a él le costaba asimilar.

La primera mujer que preside Brasil también ha introducido ciertos cambios en la política exterior. Estableció como prioridades las relaciones con Sudamérica, Estados Unidos y China, en ese orden. Ya visitó Argentina y Portugal y la próxima semana estará en China para participar en la Cumbre del Grupo BRIC.

Por otra parte Rousseff no tardó en demostrar también sus antipatías. Se distanció del gobierno del líder de Irán, Mahmud Ahmadinejad, a diferencia de Lula, que sostuvo una reunión con él a finales de 2009. Más aún, Dilma decidió apoyar la creación de una auditoría de la Organización de las Naciones Unidas para analizar la situación de los derechos humanos en Irán, lo que no parece raro si consideramos el pasado de la dirigente, que fue presa política en los años de la dictadura militar en Brasil. También planea lanzar el proyecto de la fundación de una Comisión de la Verdad que investigue las violaciones de los derechos humanos ocurridas en el gobierno militar entre 1964 y 1985.

Dilma Rousseff también ha comenzado a retomar las relaciones con Barack Obama que no fueron demasiado positivas a lo largo de la presidencia de Lula y ahora, tras la visita del líder estadounidense parecen más o menos encarriladas. Sin embargo la brasileña no perdió la oportunidad de quejarse ante Obama sobre los obstáculos comerciales estadounidenses impuestos a productos brasileños, ni de criticar el bombardeo a Libia.

Por ahora la única cosa que todavía no parece querer ceder ante la fuerza de la presidenta es la inflación, que en los últimos doce meses ha llegado a más del 6% y en el primer trimestre del Gobierno de Dilma ha sido de más del 2%.

Sin embargo hasta la oposición reconoce ya que "ha habido algunos cambios interesantes".

Rousseff todavía no logró alcanzar la popularidad que tuvo Lula al comienzo de su primer mandato, pero los resultados de la primera encuesta sobre su imagen como jefa de Estado son bastante positivos: tiene la aprobación del 73% de los brasileños y el 68% de los ciudadanos están convencidos de que su gobierno será “excelente”.

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