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El pistolero escolar de Río siguió ejemplo del de Virginia Tech

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La matanza que armó Wellington Oliveira en la escuela de Río de Janeiro, además de encolerizar y conmocionar a la sociedad brasileña, generó preguntas sobre qué cosa en la personalidad de este joven de 23 años lo llevó a disparar contra alumnos.
El pistolero escolar de Río siguió ejemplo del de Virginia Tech

La matanza que armó Wellington Oliveira en la escuela de Río de Janeiro, además de encolerizar y conmocionar a la sociedad brasileña, generó preguntas sobre qué cosa en la personalidad de este joven de 23 años lo llevó a disparar contra alumnos.

El 7 de abril pasado, Oliveira entró armado a la escuela Tasso da Silveira y mató a 12 adolescentes, de entre 12 y 15 años de edad, dejando una veintena de heridos. Después, al ser acorralado por policías se suicidó.

No era el primero y, por desgracia, es poco probable que sea el último en recurrir al homicidio para descargar su rabia. La manera del crimen así como las fotos, videos y documentos que dejó el asesino evocan los acontecimientos similares de hace cuatro años en la Universidad estadounidense Tecnológica de Virginia (Virginia Tech) que el sábado homenajea a las víctimas de Seung-Hui Cho, estudiante coreano que mató a 32 personas.

Oliveira conocía aquella tragedia en el estado norteamericano de Virginia. Es más, en las fotos encontradas en su computadora posó con armas en ambas manos a la manera de Seung-Hui Cho a pocos días antes de tomar el camino de la muerte. Por fin, se alude directamente al estudiante coreano admirando lo que hizo, reconociendo su “valentía” le agradece por marcar el camino y usa palabras semejantes al video que dejó Cho y que se puede ver en la Red. También recuerda a un adolescente brasileño que hirió a disparos a seis compañeros en su escuela y se suicidó en 2003.

En su mensaje, Oliveira (que anteriormente estudiaba en la escuela escenario de la masacre), habla de maltratos y acosos que había sufrido muchas veces él y otros estudiantes por parte de sus compañeros de clase y promete vengarse de ellos y de sí mismo. Llama a los que también eran perseguidos “hermanos” al igual que Cho. Dice que era débil pero ahora es fuerte.

Oliveira inculpa de las muertes que va a causar, incluyendo la suya, a los que se burlan de otros por su apariencia física o por la manera de vestirse, y a los jefes escolares por ignorar lo que pasa en la escuela.

“Quiero dejar en claro que la culpa por las muertes que van a ocurrir no es mía aunque mi dedo estará en el gatillo”, dijo en una de las grabaciones.

En muchas ocasiones Oliveira, discípulo de los Testigos de Jehová, menciona a Dios y cita largos pasajes de la Biblia.

También dejó una carta en la que expresó su deseo acerca de cómo se le debe preparar al entierro y que los “impuros”, es decir, los que perdieron la virginidad fuera del matrimonio, no le toquen sin haberse puesto guantes.

Deseó que le enterraran al lado de su madre y que su vivienda sea donada a una organización que cuida animales abandonados.

Según recuerdos de compañeros de clase y maestros, Oliveira regularmente sufría humillaciones, las chicas a menudo lo rechazaban y se burlaban de él. Una vez lo metieron a un basurero. 

“Le ponían todos tipos de nombres”, dijo Linhares, de 23 años, quien estudió con Oliveira.

Varios expertos trataron de explicar cómo se podría haber convertido en un monstruo.

"A menudo la víctima de acoso escolar tiende a aislarse, y también puede recurrir a la violencia", dijo María Luisa Bustamante, psicóloga de la Universidad de Río.

Edmar Peixoto, alcalde adjunto para el oeste de Río, dijo que, según la carta, el tirador tenía sida.

Las clases en la escuela aún no han reiniciado. Algunos padres de las víctimas intentan demandar a las autoridades escolares por la falta de seguridad.

Mientras tanto, se van a encender velas por los fallecidos de Virginia Tech. El 16 de abril de 2007, años cuando Seung-Hui Cho dejó 32 estudiantes y profesores muertos y varios heridos en el campus de esa universidad. El pistolero, quien se suicidó, al igual que Oliveira tenía 23 años. 

Algunos otros casos de violencia en centros educativos:

Noviembre de 2008. Un adolescente dispara a otro de su colegio de Fort Lauderdale, Florida. La víctima muere.

Febrero de 2008. Un hombre de 27 años mata a seis personas en una universidad de Chicago y luego se suicida tras abrir fuego en un salón con 140 estudiantes.

Una estudiante armada irrumpe en el Instituto Técnico de Luisiana, en Baton Rouge, mata a dos mujeres y luego se suicida.

Noviembre de 2006. Un pistolero mata a cinco niñas en una escuela amish de Georgetown en Nickel Mines, Pensilvania.

Marzo 2005. Un alumno de Minnesota mata a nueve personas y luego se suicida.

Abril 2003. Un adolescente mata al director de su escuela en Pensilvania y después se suicida.

Marzo 2001. Un alumno abre fuego en una escuela de California y mata a dos estudiantes.

Abril 1999. Dos adolescentes matan a 12 estudiantes y un profesor y luego se quitan la vida en la escuela secundaria de Columbine, Colorado.

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