La tragedia nuclear de Chernóbyl cumplió 25 años esta semana

Esta semana el mundo conmemoró un cuarto de siglo de una de las catástrofes tecnológicas más graves del mundo, la explosión del reactor número 4 de la central ucraniana de Chernóbyl. El desastre nuclear contaminó un total de más de 200.000 kilómetros cuadrados que incluyen el norte de Ucrania, un cuarto de todo el territorio de Bielorrusia y el oeste de Rusia. Diecisiete países europeos también resultaron afectados de uno u otro modo.

Más de 600.000 socorristas ucranianos, rusos y bielorrusos que actuaron en el lugar del desastre nuclear recibieron diferentes dosis de radiación, 25.000 de ellos fallecieron.

El exoficial del Ejército soviético Vadim Leónov, uno de los liquidadores que realizaron labores de rescate en el terreno, comenta: "Tengo que decir que los comandantes no permitían la estancia excesiva en la zona de riesgo. Sin embargo, conozco casos singulares de sobreexposición. Lo sorprendente es que en aquel entonces ninguno de los operativos tenía miedo, porque el enemigo era invisible. De modo que no todos entendían la verdadera escala de la amenaza y no tuvieron bastante cuidado".

Y este descuido se hizo explícito. Los primeros en llegar al lugar del estallido perecieron meses después.

Aún no ha habido quien se haya atrevido a pronunciar la cifra exacta de víctimas, pero se sabe que más de 7 millones de personas resultaron expuestas a la contaminación radiactiva en aquel entonces. El territorio en un radio de 30 kilómetros alrededor de la planta nuclear se convirtió en la zona de exclusión. Para frenar la radiación, en noviembre de 1986 se construyó en torno al reactor accidentado una especie de armazón.

El sarcófago es la principal barrera que protege el medio ambiente del material radiactivo que sigue debajo. A pesar de las repetidas obras de reconstrucción del contenedor, el núcleo averiado sigue representando una amenaza. Este año el sarcófago cumple un cuarto de siglo, lo que, según algunos expertos, podría significar que ya no es capaz de paliar las consecuencias del estallido. Según los diseñadores del proyecto, el sarcófago tenía que servir como máximo unos 30 años.

Vladímir Kuznetsov, miembro de la Academia de las Ciencias Naturales de Rusia, precisa: "Hay que construir un sarcófago que cubra el agujero que existe ahora en el antiguo. O sea, si sumamos todos los boquetes que este tiene, según nuestros cálculos, se trata de 5.000 metros cuadrados de superficie. Naturalmente, lo penetran las precipitaciones, el viento, etc. Claro está, es lo mejor que se pudo hacer en nada más que seis meses".

Para la construcción de una nueva capa protectora sobre Chernóbyl son necesarios más de 1.000 millones de dólares. Los gobiernos de más de 28 países planean donar dinero para recolectar la suma necesaria. El presidente de Ucrania, Víktor Yanukóvich, aseguró que para 2015 habrá un nuevo sarcófago.

Sin embargo, este nuevo sarcófago servirá solo durante 100 años, aunque los científicos se muestran optimistas: "Este plazo es suficiente para que aparezcan nuevas tecnologías de almacenamiento de sustancias radiactivas y de transformación de residuos nucleares", según acentúa Yulia Marúsich, especialista en la planta nuclear de Chernóbyl.

Los trágicos acontecimientos en la planta japonesa de Fukushima-1 demostraron que el tema de la perfección de la seguridad nuclear sigue siendo de actualidad hoy en día. Durante la conmemoración del 25 aniversario de la catástrofe de Chernóbyl, el presidente ruso, Dmitri Medvédev, por su parte, compartió su visión del desarrollo de la energía nuclear civil: "Tenemos que unirnos y elaborar una nueva base que funcione a escala planetaria. He enviado mis iniciativas a los líderes mundiales y a nuestros socios de la Comunidad de Estados Independientes dirigidas a asegurar el desarrollo apropiado de la energía nuclear en el mundo, previniendo consecuencias catastróficas globales. Estamos obligados a ello para honrar a los que hace 25 años se jugaron la vida por ayudar en Chernóbyl y, de paso, a toda la humanidad".