La bendición del sol

“Sigue sonriendo,
porque cuando estás sonriendo/
el mundo entero sonríe contigo”
(“When You're Smiling”)

La primavera es algo glorioso. Y la vida también. Sólo es necesario saber esperar: la felicidad, la plenitud y el amor deben estar en alguna parte: eso, creo, hay que tomarlo como hecho de la causa. A veces parecen huidizos o no sabemos encontrarlos, pero de que están… están. 

Por estos días, Moscú se ajetrea afanosa, pero alegremente: acaba de llegar –y se quedará por algún tiempo en gloria y majestad- un viejo amigo. Como cada vez que viene, este año se dedicará a deambular por la ciudad y recorrer aquellos rincones que tan bien conoce, pero igualmente todas las nuevas esquinas por las que transita el hombre y la mujer comunes compartiendo su día a día con quienes –por destino o azar- se ven inmersos en este inédito universo y su avalancha cotidiana de seductoras, aunque a veces inciertas, magias.

Como amigo es un personaje caprichoso. Ocupado y con muchas ofertas e invitaciones: es que, digámoslo, su carácter es ciertamente avasallador. Nuestro hombre “la rompe”, como se dice por ahí.

Por eso es que debe haberse demorado.

Es cierto: estábamos a mediados de abril y pese a que la primavera comenzaba oficialmente el 1 de marzo no se le veía por ninguna parte. Algo pasaba. Y los signos eran preocupantes: el decorado algo triste de los meses anteriores se mantenía intacto.

¿Dónde se había metido este poderoso caballero?

Pero, de un día a otro todo cambió: es como si en Moscú se hubiese registrado –casi por arte de encantamiento- el paso del cine en blanco y negro al de color.

Y… ¡llegó! Ya está aquí y penetra por doquier en avenidas, parques, edificaciones… y corazones moscovitas.

Ya llegamos al final de abril. Salvo algunos espacios esencialmente rebeldes a la mano del hombre, la nieve se “esfumó” de la capital rusa. Igualmente, los charcos y riachuelos que siguen al deshielo brillan por su ausencia. En tanto, ya hace unos días que la temperatura mínima debe bordear los 5 °C, algo que se agradece en estas latitudes.

Hombre de palabra, el cálido embajador se demoró un poco en llegar… pero lo hizo. ¡Bienvenido sea, pues!

Nos complace despedir –por más que sea de forma “(in)oficial”- el invierno ruso del 2011. Y lo hacemos en buena lid: compartiendo con ustedes su –innegable- talento para engalanar campos, bosques y ciudades y, en este caso concreto, un emblemático atractivo urbano del Moscú post soviético: la exposición de estatuas del Parque de Artes“Muzeon”.

La gloria de la primavera ya llegó a Rusia.