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¿No tuvo la culpa el calentamiento global del calor extremo en Rusia?

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El calentamiento global no fue la causa del calor extremo que azotó Rusia en julio y agosto de 2010, pero el cambio climático hacia finales de este siglo provocará un aumento diez veces mayor del riesgo de que se repita un fenómeno semejante. Estas son las conclusiones de un grupo de científicos
¿No tuvo la culpa el calentamiento global del calor extremo en Rusia?

El calentamiento global no fue la causa del calor extremo que azotó Rusia en julio y agosto de 2010, pero el cambio climático hacia finales de este siglo provocará un aumento diez veces mayor del riesgo de que se repita un fenómeno semejante. Estas son las conclusiones de un grupo de científicos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) presentadas en un artículo que se publicará en la revista Geophysical Research Letters.

En julio y hasta mediados de agosto de 2010 la parte europea de Rusia experimentó un periodo de calor anómalo. El mercurio subió hasta los 45 grados centígrados y el mes de julio en Moscú se convirtió en el más caluroso de los últimos 130 años. El fuerte calor vino además acompañado por los incendios forestales, y el humo cubrió numerosas ciudades, incluida la capital del país.

A finales de agosto los 'detectives climáticos' del grupo de la NOAA, que investigan los fenómenos climáticos, afirmaron que no hay vínculo directo entre el calor extremo y el calentamiento global. En esta ocasión los investigadores bajo la dirección de Randall Dole propusieron una variante más detallada del informe sobre las causas del calor intenso en Rusia.

Los científicos procesaron los resultados del monitoreo meteorológico con 22 modelos informáticos, para revelar los factores que más influyeron en la situación. En particular, utilizaron datos sobre la temperatura de los océanos, el estado de hielo ártico y la concentración de gas carbónico, para determinar su impacto en la aparición del calor anormal.

Resultó que el conocimiento de las tendencias climáticas y de la actual concentración de los gases de efecto invernadero no habría ayudado a los expertos a predecir el calor extremo en Rusia en el verano de 2010, porque ni la temperatura del océano ni el estado del hielo a principios de aquel verano daban pista alguna sobre lo que iba a pasar, según deducen los científicos. Según Dole, la aportación del calentamiento global al inusual calor no se puede excluir por completo, pero su parte es mínima en comparación con los procesos naturales.

Sin embargo, los investigadores advierten de que tales fenómenos extremos ayudan predecir el futuro de una región. Si la concentración de gases de efecto invernadero sigue creciendo, el impacto del calentamiento global en las siguientes décadas se revelará más claramente en el fondo de las oscilaciones naturales.

Según el coautor del estudio, Martin Hoerling, es posible que las regiones europeas de Rusia se encuentren en el inicio de un periodo en el que el riesgo de calor intenso crecería rápidamente. Los modelos climáticos muestran que si en 2010 este riesgo fue menor del 1%, hacia finales de siglo será de un 10%.

Anteriormente los investigadores revelaron que la causa principal de unas temperaturas tan elevadas es un intenso anticiclón que bloqueó la zona durante unos 50 días. Los anticiclones bloqueadores son un fenómeno natural muy frecuente, pero normalmente a los cinco o siete días empiezan a debilitarse y se descomponen. Sin embargo, en 2010 no fue así. El autor de otro estudio, Mio Matsueda, con la ayuda de los modelos informáticos estableció que la primera fase del anticiclón bloqueador se habría podido predecir nueve días antes de que empezara la ola de calor.

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