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Amistad, desconfianza, rupturas, acuerdos (Primera parte)

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Amistad, desconfianza, rupturas, acuerdos (Primera parte)

Les ofrezco el resumen del artículo “Primeros contactos de México independiente con América del Sur” del patriarca de los latinoamericanistas rusos, el historiador Dr. Moisey Alperóvich.


Moisey Alperovich en la embajada de Venezuela en Moscú
al recibir el Orden de Francisco de Miranda. 18 de mayo del año 2000.

Escribe que los patriotas sudamericanos seguían la lucha libertadora del pueblo mexicano con gran interés y simpatía. Caracterizando en 1815 la situación en Nueva España, Simón Bolívar el gran caudillo del movimiento de emancipación de América del Sur, denunciaba con indignación las brutalidades de los realistas, quienes, a juicio suyo, habían declarado a los mexicanos “una guerra de exterminio”. “La que las tropas españolas – escribía él – hacen con ferocidad; sin cuartel para el vencido; ejerciendo su venganza contra las poblaciones inofensivas de todas las clases y pasando a filo de espada no sólo a los prisioneros sino aún a los civiles, a los ancianos y a los enfermos, a las mujeres y a los niños; saqueando y destruyendo ciudades y aldeas y la propiedad en general…”. En su conocida “Carta de Jamaica” (del 6 de septiembre de 1815) señalaba que en la Nueva España actuaba “el ilustre general Morelos” y mencionaba asimismo la promulgación de la Constitución de Apatzingán y otros acontecimientos importantes. Bolívar estaba seguro de que “a pesar de todo, los mexicanos serán libres porque han abrazado el partido de la patria, con la resolución de vengar a sus antepasados o seguirlos al sepulcro”.

Más tarde los jóvenes Estados sudamericanos habían recibido con gran entusiasmo la victoria de los insurgentes novohispanos sobre las tropas reales. Ya antes de la proclamación oficial de la Independencia de México, en agosto de 1821, el jefe del gobierno chileno, Bernardo O’Higgins, trató de establecer contacto con los líderes mexicanos enviándoles una carta, en la que se informaba de los acontecimientos revolucionarios de América del Sur. Poco después de la entrada del Ejército de las Tres Garantías bajo el mando de Agustín de Iturbide a la capital del virreinato el ministro de Estado del Perú, Juan García del Río, dirigió a la Junta de Gobierno de México (el 6 de octubre de 1821) un mensaje en el cual en nombre del general José de San Martín, Protector del Perú, felicitaba al pueblo y al Gobierno mexicano con motivo de la proclamación de la Independencia, a la vez que se manifestaba a favor de la firma de un tratado de alianza entre ambos países. Varios días después, el 10 de octubre, Simón Bolívar, Presidente de la República de Colombia, comunicó a Iturbide: “El gobierno y pueblo de Colombia han oído, con placer inexplicable, los triunfos de las armas que V.E. conduce a conquistar la independencia del pueblo mexicano”. Al mismo tiempo nombró a uno de sus compañeros de armas, Miguel Santa María (nacido en Veracruz) ministro plenipotenciario ante el Gobierno mexicano.

Sin embargo, no había pasado ni un mes cuando la actitud de Bolívar hacia el régimen, que en un principio había sido amistosa y benévola, se convirtió en crítica y desconfiada. Este cambio radical se explica con que al recibir una información más detallada sobre el programa y la política de Iturbide, sus tendencias monárquicas y sus planes expansionistas, Bolívar vio en ellos una amenaza directa a la independencia misma de la Gran Colombia y de otras repúblicas sudamericanas. Ya a mediados de noviembre de 1821 escribía alarmado a San Martín: “Si el gabinete español acepta el tratado hecho en México entre los generales Iturbide y O’Donojú, y se traslada allí Fernando VII u otro príncipe europeo, se tendrán iguales pretensiones sobre todos los demás gobiernos libres de América… Así es que yo creo que ahora más que nunca es indispensable terminar la expulsión de los españoles de todo el continente”.

En una carta del 22 de noviembre, dirigida a uno de sus ayudantes, el general Carlos Soublette, Bolívar declaraba que aún en el caso de que los Borbones se nieguen ocupar el trono mexicano, “la corona recaerá necesariamente sobre él que tendrá más audacia y resolución en México”. La monarquía mexicana, señalaba el Presidente, por odio o por miedo al régimen republicano de la Gran Colombia, desplegaría sin duda alguna una actividad subversiva contra ella y, en la primera oportunidad, llevaría a cabo una agresión armada. También el ministro ruso en Washington, Piotr Polética, en un informe al director de la Cancillería, Carl Nesselrode, hacía notar el 19 de noviembre (1 de diciembre) de 1821 el conflicto entre las tendencias monárquicas de la camarilla de Iturbide y las aspiraciones republicanas de la mayoría de los patriotas de América del Sur.

Previendo en el futuro inevitables complicaciones e incluso un choque armado con el Imperio Mexicano, el Gobierno colombiano adoptó una actitud expectante, y mientras México fuera una monarquía sin monarca estaba dispuesto a mantener relaciones oficiales con este país. En marzo de 1822 llegó a Veracruz el ministro Santa María, y a mediados de abril presentó sus cartas credenciales, asegurando al Gobierno mexicano que la Gran Colombia reconocía la independencia de México cualquiera que fuera su régimen. A fines de este mismo mes el Congreso mexicano y el Consejo de Regencia declararon que reconocían la soberanía de Colombia.

(Continuará)

Vladímir Travkin, e-mail: revistala@mtu-net.ru

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