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Un ruso sin piernas recorre Europa en una lancha

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Un viajero ruso con dificultades físicas cruzó la mitad de Europa a bordo de una lancha neumática. En su camino no le estorbó ni la intemperie, ni la falta de alimentos.
Un ruso sin piernas recorre Europa en una lancha

Un viajero ruso con dificultades físicas cruzó la mitad de Europa a bordo de una lancha neumática. En su camino no le estorbó ni la intemperie, ni la falta de alimentos.

Víktor Zibórov tiene 63 años y no tiene piernas. Un accidente laboral lo privó a los 27 años de capacidad motora y a punto estuvo de caer presa del alcoholismo.

Sin embargo, pese a su edad y dificultades físicas, Zibórov ha recorrido más kilómetros que cualquier otra persona joven y en plenas facultades. Tras quedar inválido, los ríos se convirtieron para él en lo que las carreteras representan para los aficionados al automóvil. Una lancha neumática sustituyó la función de sus piernas. Muchos dirían que la vida de Víktor es un reflejo del triunfo del espíritu humano, pero él mismo lo atribuye a su esfuerzo y deseo de demostrar a los demás que no es distinto.

Hace poco sorprendió a los lugareños de una localidad de Bélgica, ya que muy raras veces reciben en las aguas de sus ríos barcos de países remotos. Aquel tan sólo fue un punto de su ruta de 6000 kilómetros trazada por él.

El “Señor de los ríos” se puso en camino desde un puerto bielorruso y siguió rumbo a Varsovia. En junio alcanzó Berlín, luego Hamburgo y Hanóver. En julio llegó a Ámsterdam y Bruselas, y dentro de unas semanas las aguas del río Sena le esperan para disfrutar de las vistas de París.

Pese a que va despacio, sus esperanzas de poder alcanzar algún día el océano Pacífico no flaquean.

Ni las lluvias, ni las espesas nieblas, ni gente sin compasión, ni siquiera las leyes (que le impiden a veces atracar en algún albergue nocturno) le hacen abandonar sus expediciones fluviales.

Víktor cuenta que lleva consigo agua y todos los productos necesarios, que enciende el hornillo, debajo del cual poner algo para no manchar el interior de la lancha, y que prepara papillas, sopas y platos con carne en conserva. Muchos admiran a Víktor pese a que no entienden como logra hacer 30 o 40 kilómetros al día con su minusvalía, a lo que se une su desconocimiento de los idiomas de aquellos lugares a donde llega.

Belgrado será su destino final. De allí subirá a un tren para dirigirse hasta su ciudad natal: Tula.

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