Activistas rusos aplican nuevos métodos de lucha antidroga

Activistas moscovitas lanzan pintura directamente en la cara de los narcotraficantes para luchar contra la venta de drogas. Mientras algunos consideran que este método va en contra de la ley, otros piensan que es una fórmula muy efectiva.

"Decidimos dedicarnos a esto tras la muerte de nuestro amigo íntimo a causa de las drogas. Nos dimos cuenta de que tenemos que luchar con todas nuestras fuerzas contra este mal. Y creemos que nuestro método es efectivo. Eso puede influir en la mentalidad del traficante que está empezando. Se lo pensará más veces antes de salir a vender droga", dice uno de los activistas. El arma de este colectivo es un tipo de pintura que no se quita de la cara del delincuente durante unas tres semanas. Según los activistas, a los narcotraficantes hay que marcarlos de rojo para que todo el mundo sepa quiénes son. Algunos opinan que estos jóvenes actúan en contra de la ley y otros que solo tratan de salvar vidas humanas y que en esta guerra todos los medios son válidos.

Vídeos como el que pueden ver aquí, en el que queda reflejado el delito y este particular 'método', se publican posteriormente en internet. Allí lo pueden ver millones de personas. En los últimos seis meses, se han colgado en la red decenas de grabaciones como estas que delatan el rostro de los que intentan vender estupefacientes.

La lucha en otras ciudades del país

El problema de la venta de droga inquieta a la población en distintas ciudades rusas, donde se toman diferentes medidas para paliar este delito. Por ejemplo, en Ekaterimburgo (una ciudad que se sitúa en los Urales) algunos activistas han creado una organización llamada 'la ciudad sin droga'. Buscan las casas de los narcotraficantes, van hasta ellas junto a un grupo multitudinario de gente y pegan en la puerta el símbolo de su organización.

Según los fundadores, el círculo vicioso que existe en este mundo de la droga se romperá solo cuando también lo haga la indiferencia de muchos ante esta problemática. Por eso, numerosos voluntarios entienden la necesidad de explicar a las autoridades y la población civil la magnitud de esta lacra. Tal es el nivel de compromiso de los voluntarios que se muestran dispuestos a controlar las posibles relaciones corruptas entre las fuerzas de seguridad y los traficantes. Los voluntarios graban con cámaras todas las transgresiones de la ley por parte de los policías que están vinculados con los delincuentes, para luego publicarlas en internet.

Pero el objetivo por ambas partes es común: en los cuerpos del orden no hay numerosos casos de corrupción y los activistas están siempre dispuestos a colaborar con ellos. Muchos de ellos recopilan información por su propia cuenta para después comunicársela a los agentes. Los servicios de seguridad dan la bienvenida a toda la ayuda posible, siempre y cuando se realice de manera legítima. El fin no siempre justifica los métodos que se aplican. Cuando la actividad de una organización pública llega a contradecir a la ley, entonces dicha institución se vuelve ilegal. Este mal hay que combatirlo según las normas.

La lucha para exterminar la droga pretende ser tan fuerte como el mal que esta provoca en la sociedad. Férreas normativas, métodos exhaustivos de vigilancia y una población cada vez más concienciada sobre este problema son los pilares en los que se apoya una batalla en la que la sociedad quiere salir victoriosa frente a este gran enemigo.