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Trabajo de oficina: un ´arma de destrucción masiva´ para la figura

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La oficina es un callejón sin salida para los buenos hábitos alimentarios. Pasar todo el día metido en la oficina, todo el tiempo sentado frente al ordenador, nos vuelve perezosos, débiles y, lo que es peor, gordos. Caramelos, bombones, chocolates, pasteles, bocadillos de todas las clases… parece

La oficina es un callejón sin salida para los buenos hábitos alimentarios. Pasar todo el día metido en la oficina, todo el tiempo sentado frente al ordenador, nos vuelve perezosos, débiles y, lo que es peor, gordos. Caramelos, bombones, chocolates, pasteles, bocadillos de todas las clases… parece que la lista no tiene fin. Según Peter Rogers, profesor de psicología experimental en la Universidad de Bristol, en tales condiciones resulta muy difícil controlar nuestro peso, pues estamos programados para comer lo que tenemos delante de nuestros ojos.

La misma psicología nos empuja a comer. Se trata del un mecanismo desarrollado durante la evolución. Sin embargo, un trabajo sedentario, unido a la malnutrición, duplican el riesgo de obesidad y sobrepeso. Es por ello normal que entre oficinistas haya muchos diabéticos. Además, los científicos sostienen que el riesgo de morir de ataque cardíaco aumenta en un 54% entre personas que pasan a mayor parte del tiempo sentadas.

Asímismo, el hábito de comer en el mismo lugar de trabajo tampoco se considera sano. Haciendo varias cosas a la vez, el organismo no se da cuenta de que el cuerpo ya está lleno, razón por la que uno acaba consumiendo más de la cuenta. Es por ello que los expertos  recomiendan comer fuera de la oficina.

Es bien sabido que al final de la jornada laboral los trabajadores sienten un bajón energético, lo que le impele instintivamente a ingerir comida, a menudo rica en calorías, para reponer rápidamente ese desgaste. Para superar el deseo abrumador de comer chocolate y para no quedarse luego dormido hay que aprovechar cada oportunidad que se presente para levantarse y dar un paseo por la oficina. Durante estas paseatas la sangre circulará más rápido desde el sistema digestivo a los músculos. Científicos de la Universidad de Georgia, en EE. UU. han demostrado que esta estrategia elimina el cansancio en un 65% de los casos. Por cierto, cuando una persona está sentada, consume sólo 1-2 calorías por minuto. Y las enzimas  que regulan la lipólisis, apenas actúan en tales condiciones.

La mayor tentación consiste en tener a nuestra disposición productos poco saludables. El experimento demostró que los trabajadores comían entre 5 y 6 veces más chocolate cuando se lo ponían en la mesa de al lado. Por tanto, para evitar el riesgo de obesidad, será mejor apartar la comida de la mesa y de los lugares visibles.

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