Un agricultor japonés se suicida a causa de la radiación
Un agricultor de Japón que vivía en una granja cercana a la planta averiada de Fukushima se suicidó. El hombre, de unos 50 años de edad, dejó un mensaje escrito en uno de los muros de su garaje: “Ojalá no existiera ninguna central nuclear. Mis fuerzas se han terminado”.
Es el primer suicidio que se podría calificar como directamente ligado a la segunda mayor catástrofe nuclear de la historia. El agricultor, que poseía una granja que suministraba productos lácteos, posiblemente lo hizo debido a problemas psicológicos y económicos.
El Gobierno nipón detuvo la producción de leche tras la alerta nuclear, lo que afectó seriamente a los agricultores. Un mes después, el veto fue levantado, pero los consumidores siguen sin consumir productos del campo japonés.
Los científicos europeos y norteamericanos opinan que la salud mental de los japoneses puede verse seriamente afectada por la situación de los últimos tres meses. “El estrés tiene consecuencias graves para la salud. Los japoneses no confían más en la industria nuclear, ni en el Gobierno. La gente no sabe si la tierra que pisan y los productos que comen son peligrosos”, comenta la experta en los efectos de la radiactividad sobre la salud Kim Kearfott, de la Universidad de Michigan (EE. UU.).
Según las estimaciones, las perdidas ya alcanzan más de 300.000 millones de dólares lo que significa que el país vive la catástrofe más grave desde la Segunda Guerra Mundial.
El nivel de radiación en la ciudad de Fukushima, ubicada a unos 80 kilómetros de la central nuclear, supera los niveles permitidos en unas 1.000 veces.
Las autoridades se plantean por ello la evacuación de los ciudadanos.
El terremoto de grado 9 en Japón del 11 de marzo de 2011 causó unas 15.400 víctimas mortales, mientras que otras 8.000 personas se dan por desaparecidas. El desastre natural destruyó los sistemas en la central, lo que provocó una catástrofe nuclear de grado 7, considerado como el máximo de peligrosidad.