Dos millones de surcoreanos son ciberadictos
Corea del Sur cuenta con unos dos millones de ciberadictos, casi la mitad de ellos tiene entre 9 y 19 años de edad.
“Es una cosa seria, y los padres deben estar menos confundidos y llevar a sus hijos a los hospitales antes de que sea demasiado tarde”, comenta Lee Jaewon, el jefe de una clínica que recomienda un curso para curar a quienes están excesivamente sumergidos en la realidad virtual.
Para muchos esta problemática puede resultar absurda, pero para la sociedad surcoreana es una preocupante realidad. El país es uno de los más desarrollados en lo que toca a las tecnologías modernas, y este avance al parecer produce efectos secundarios.
Uno de los pacientes de la clínica relató a AFP que una vez rompió la ventana de la habitación de sus padres para sacar la pantalla que ellos le habían 'decomisado' para no permitirle jugar más. Y, en comparación con otros casos, este es solo es una chiquillada.
Este año, según Jaewon, un hombre de 31 años fue ingresado en el hospital por sus padres, después de pasar conectado a Internet en un cibercafé 780 horas consecutivas, haciendo solo alguna que otra pausa.
El año pasado un chico de 15 años se suicidó tras matar a su madre, porque le prohibía jugar el tiempo que el quería. No solo es cosa de jóvenes, los adultos tampoco se quedan atrás en esta adición: un hombre de 41 fue condenado a dos años de prisión después de que él y su mujer abandonaran a su bebé en casa, quien murió de hambre, mientras ambos pasaron días en un cibercafé jugando a criar un bebé virtual.
Según las estimaciones oficiales, unos dos millones de residentes de Corea del Sur son adictos a las computadoras, Internet y los videojuegos, bien sean 'online' o a través de videoconsolas, mientras que la población total del país es de 48,6 millones de personas. El gobierno intenta luchar contra el problema: aprobó una ley que prohíbe jugar en Internet desde la medianoche hasta las seis de la madrugada a los menores de 16 años; la cual entrará en vigor el mes noviembre.
Sin embargo, en un país donde las partidas más célebres de los torneos de videojuegos se emiten hasta en el transporte público, parece que la solución del problema está lejos.