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Un centro para superdotados, primer paso para no desperdiciar talento en México

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Andrew Almazán Anaya solo tiene 16 años, pero este jueves se gradúa como psicólogo, el más joven de México. No solo eso. Además está terminando su segunda carrera universitaria, Medicina, y planea continuar los estudios para especializarse en neurociencia y la neuropsicología.
Un centro para superdotados, primer paso para no desperdiciar talento en México

Andrew Almazán Anaya solo tiene 16 años, pero este jueves se gradúa como psicólogo, el más joven de México. No solo eso. Además está terminando su segunda carrera universitaria, Medicina, y planea continuar los estudios para especializarse en neurociencia y la neuropsicología.

Andrew ingresó en la universidad con 12 años de edad. Confiesa que la medicina y la psicología le han gustado desde que era pequeño, pero comenta que siempre ha sentido fascinación por muchas otras cosas, desde la geografía a la astronomía, pasando por la historia o la filosofía. Lo que más lamenta es que son tantas: "Lo que me falta es tiempo para poder realizarlas todas".

Desde hace un año el joven trabaja, además, como director técnico del Centro de Atención al Talento (CEDAT), una escuela para niños superdotados fundada por sus padres. Andrew comenta que en colegios convencionales los menores con un cociente intelectual más alto de lo común sufren discriminación muy a menudo. Les suelen calificar como 'niños problema' y casi siempre desembocan en retraimiento.

Según el joven psicólogo, en México hay en torno a un millón de menores de 16 años de edad con capacidades intelectuales superiores, pero solo un 5% puede desarrollar sus capacidades. En la mayoría de los casos los niños prodigios son, en cambio, diagnosticados con trastorno de déficit de atención, hiperactividad e incluso con trastornos psiquiátricos.

El padre de Andrew, Asdrúbal, que es cirujano de profesión, comenta que este fue también el caso de su hijo. En la escuela los niños aislaban a Andrew y no jugaban con él. Tuvo, además, problemas con los estudios.

Cuando llegó al colegio ya sabía leer y escribir y estaba muy aburrido con las tareas que le daban. El adolescente recuerda: "Yo decía 'lo voy a hacer a cambio de que ellos me digan cuánto tarda en llegar la luz del sol a Júpiter, o cual es el diámetro de Plutón'. Si me van a preguntar algo yo también les voy a preguntar. Y me decían que eso era insubordinación y me mandaban a la dirección".

Los maestros lo calificaban como un alumno indisciplinado y con problemas de aprendizaje. A los nueve años le diagnosticaron trastorno por déficit de atención. Fue entonces cuando sus padres decidieron educarle en casa.

Según comentan los Almazán, el CEDAT fue fundado precisamente con el objetivo de ayudar a los niños con capacidades intelectuales superiores. Para educarles, el padre y el hijo desarrollaron un método especial bautizado como 'el ordenamiento de las inteligencias'. Han atendido ya a unos 250 alumnos.

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