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Adolescentes chechenos plantaron cara al asesino noruego

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El 22 de agosto se cumple un mes de la matanza perpetrada por Anders Behring Breivik, un ultraderechista que asumió el doble atentado realizado en Noruega que acabó con la vida de 77 personas. El sábado los supervivientes de la masacre volvieron por primera vez a la isla de Utoya, escenario de de

El 22 de agosto se cumple un mes de la matanza perpetrada por Anders Behring Breivik, un ultraderechista que asumió el doble atentado realizado en Noruega que acabó con la vida de 77 personas. El sábado los supervivientes de la masacre volvieron por primera vez a la isla de Utoya, escenario de decenas de muertes, pero también de grandes actos de heroísmo, como los de dos adolescentes chechenos.

Rustam Daúdov, de 16 años de edad, vivió en carne propia la terrible masacre en Utoya. Junto con un compañero, Movsar Dzhamayev, también checheno, salvaron de la muerte a una veintena de adolescentes. Rustam recuerda que escuchó unos disparos y salió a ver qué estaba pasando. Vio a un hombre armado vestido con un uniforme policial que disparaba fríamente a los jóvenes.

Precisamente esto, que el agresor fuera vestido de oficial, fue lo que causó mayor desconcierto entre los adolescentes que se encontraban en la isla, donde cada año se organiza el campamento de verano de las juventudes del Partido Laborista noruego. Inicialmente Breivik dijo a los adolescentes que había llegado a la isla para proteger la zona tras la explosión en Oslo.

Rustam señala que al principio no podían creer que lo que sucedía fuera realidad y no una pesadilla. "Pensábamos que era una broma, que no podía estar pasando. Pero sí, pasó", dice.

En esta situación extrema los dos chicos mostraron un coraje y una capacidad de reacción sorprendentes. De hecho, mientras huían, los dos adolescentes fueron recogiendo a los compañeros que se encontraban por el camino y los escondieron en una pequeña cueva.

Rustam recuerda que Breivik llegó a detenerse muy cerca del escondrijo, donde incluso mató a un chico de unos doce años. Fue entonces cuando, junto a Movsar, se armó de valor y comenzó a tirar piedras al agresor para evitar un derramamiento de sangre mayor. "No vio que recogíamos unas piedras. No se había dado cuenta porque estaba concentrado asesinando a gente. Él creía que todos allí estábamos conmocionados y que, por eso, podía cumplir su objetivo. Estaba tranquilo, dispuesto a matar a todos los que estábamos en la isla", cuenta el joven.

Con el agua hasta la cintura, los chicos esperaron en la cueva a que llegara la policía. Pero no sin antes salvar también la vida de otros jóvenes que, frente a ellos y víctimas del pánico, perdían el control en la fría laguna en un intento de escapar de esa matanza indiscriminada. Los jóvenes chechenos trataban de alentar a sus compañeros. “A todos ellos les dijimos: 'No os preocupéis, saldremos de ésta”, recuerda Rustam.

Rustam y Movsar no eran los únicos jóvenes de origen checheno en la isla. Así Anzor Dzhukáyev, quien también logró sobrevivir al tiroteo, recuerda la frialdad con la que el asesino actuaba ante sus propios ojos. "No corría, se detuvo y disparó cinco o seis veces y luego continuó caminando. Estaba tranquilo y controlaba la situación. No disparaba descontroladamente”, recuerda el joven.

La valentía de los jóvenes fue elogiada por Ramzán Kadýrov, el jefe de la República Rusa de Chechenia, lugar donde vivieron hasta que sus familias decidieron emigrar a Noruega. "Su comportamiento merece ser reconocido. Son de Rusia, son chechenos. Se ve que han sido educados en tradiciones que datan de hace siglos y que obligan al hombre, en ciertas situaciones, a ayudar a quien está en peligro, incluso arriesgando su propia vida", asegura el gobernante.

La suerte estuvo del lado de estos jóvenes aquel viernes negro. No obstante, jamás podrán olvidar las duras imágenes que presenciaron y que conmovieron al mundo entero.

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