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Cárceles privadas de EE. UU.: ¿ley o gran negocio?

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El incremento del número de los encarcelados en EE. UU. beneficiaría a las prisiones privadas. Los organismos reciben una buena suma por cada persona que está en ellos. Mientras tanto las condiciones en las que se encuentran los reclusos son complicadas de controlar.
Cárceles privadas de EE. UU.: ¿ley o gran negocio?

El incremento del número de los encarcelados en EE. UU. beneficiaría a las prisiones privadas. Los organismos reciben una buena suma por cada persona que está en ellos. Mientras tanto las condiciones en las que se encuentran los reclusos son complicadas de controlar.

Una libertad que se puede comprar y vender. Más de 2.300.000 personas permanecen entre rejas en Estados Unidos. Esta cifra supera a países como Rusia o China. En los últimos años se viene observando una restricción en la legislación y muchos analistas afirman la existencia de un agente o una fuerza en la sombra que está promoviendo un aumento en la severidad de las leyes: las cárceles privadas.

"Promover ciertas decisiones para influir en los políticos es solo una pequeña parte de lo que están haciendo las prisiones privadas para lograr cambios políticos. Otra son donaciones de compañías. Así éstas hacen cientos de miles de dólares en donaciones tanto a nivel estatal como federal", dice el periodista asociado de Prison Legal News, Alex Friedmann.

Según varios medios, las instituciones penintenciarias privadas están muy interesadas en cerrar el cerco de la legislación antiinmigración. Y es que por cada persona de este colectivo que termina en una de estas prisiones se recibe una buena suma. Y si los reclusos son mujeres o jóvenes, la cantidad a percibir aún es mayor.

"Las ganancias de las cárceles privadas dependen de la cantidad de los prisioneros. Cuanta más gente mantengan entre rejas, más dinero reciben. Por eso tienen la intención pervertida de influir en nuestro sistema judicial y quieren aumentar la cantidad de reos", afirma Friedmann.

En Estados Unidos el número de prisioneros se ha incrementado en casi cinco veces desde los años 80, cuando la lucha contra el narcotráfico generó la denominada 'Regla de los tres delitos'. Esta norma obligó a los jueces a encarcelar a los que violaban tres veces la ley (incluso por infracciones no violentas).

"Desde la década de los 80 vemos cómo el curso del país da la espalda a programas de rehabilitación. Hay menos posibilidades para estudiar, para recibir cualificación laboral. Todo encamina al hombre a terminar aislado y a violar la ley", dice el miembro del Centro de Derechos Constitucionales, Rachel Meeropol.

Las cárceles públicas deben rendir regularmente cuentas de su funcionamiento ante los ciudadanos. Las privadas, a diferencia, tienen responsabilidad solamente ante sus accionistas y no se someten a investigaciones externas. De ahí que sus dueños nunca respondan por las malas condiciones en las que mantienen a los prisioneros.

"Cada vez vemos más aislamiento de los encarcelados. Muchos de ellos jamás tienen contacto con la gente", afirma Rachel Meeropol.

Numerosos expertos responsabilizan a las cárceles privadas de usar la crisis como un biombo que esconde sus maniobras para aumentar sus beneficios.

Las mayores empresas norteamericanas de este ámbito, The Corrections Corporation Of America y Geo Group, ganaron entre ambas solo el año pasado casi 3.000 millones de dólares.

Lo dramático de la situación es que muchos de los encarcelados no saben que cumplen su sentencia solo para beneficiar a compañías como estas, que los siguen manteniendo entre rejas. Esta es la realidad de un país que siempre dice luchar por las libertades de un ser humano. Una declaración de intenciones queda en simple papel mojado viendo que los intereses de pocos priman ante las libertades de muchos.

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