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Libia, sacudida por las bombas... y las noticias-bomba

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¿Es posible ganar una lucha armada sin enredarse en una guerra informativa? ¿Qué arma resulta más poderosa: una ametralladora o una cámara? Para las partes enfrentadas en el conflicto libio la segunda se ha convertido en un recurso de igual importancia que el armamento convencional. La guerra en
Libia, sacudida por las bombas... y las noticias-bomba

¿Es posible ganar una lucha armada sin enredarse en una guerra informativa? ¿Qué arma resulta más poderosa: una ametralladora o una cámara? Para las partes enfrentadas en el conflicto libio la segunda se ha convertido en un recurso de igual importancia que el armamento convencional. La guerra en Libia pasó a un nuevo nivel: el mediático. 

En las últimas semanas llegan noticias sumamente contradictorias desde Trípoli. Las fuerzas leales a Gaddafi, los rebeldes, los defensores de los derechos humanos, las organizaciones internacionales y los medios de información ponen cada uno su granito de arena para generar este caos informativo.

La versión de los canales internacionales y la insurgencia:

El 95% del territorio de la capital libia se encuentra en manos de los rebeldes. La insurgencia dice que faltan apenas unas horas para que el líder de Jamahiriya sea abatido o arrestado. Sus hijos cayeron en manos de la oposición: Muhammad se entregó y Saif al Islam, uno de los rostros más visibles del régimen, permanece arrestado y a la espera de ser procesado por crímenes de lesa humanidad. Para que nadie dude de que eso es verdad, se citan declaraciones oficiales de la Corte Penal Internacional de la Haya, de los líderes del Consejo Nacional de Transición y de “fuentes propias cercanas” o incluso del CNT o del gobierno oficial.

La versión del gobierno de Gaddafi:

Minutos después el escenario cambia drásticamente: ahora son los portavoces del coronel los que esgrimen que la oposición está controlando sólo una quinta parte de la capital. Saif al Islam aparece sano y salvo ante las cámaras, asegurando que “la situación en Trípoli permanece estable” e incluso invita a los periodistas a dar un paseo por la capital. El portavoz del gobierno de Gaddafi, Musá Ibrahim informa que todos los hijos del coronel se encuentran en libertad y que Muhammad jamás se ha entregado.

A su vez, nuevos mensajes de los rebeldes se solapan a las voces oficiales y vuelven a augurarle al régimen una duración de “no más de dos días”. Lo cierto es que cada nuevo detalle procedente de Libia genera aún más incertidumbre y va desacreditando a las tropas de Gaddafi, a los rebeldes y a algunos canales de información.

Precisamente estos últimos son los encargados de difundir en ocasiones los datos más dudosos, basados íntegramente en afirmaciones de supuestos testigos y víctimas. Una mujer etíope con la cara vendada aparece en el informativo de uno de los canales estadounidenses y confiesa cómo la torturaba uno de los hijos del líder libio, Hannibal Gaddafi junto con su esposa Aline. "Me tiró agua hirviendo en la cabeza", recuerda la mujer mientras muestra a la cámara quemaduras que cubren todo su cuerpo. El reportaje se termina, pero a continuación le sigue otro sobre una abogada que, supuestamente, habría sido violada durante dos días por 15 soldados "cercanos al círculo" de Gaddafi.

Los pormenores de las atrocidades ven la luz a la velocidad del rayo, y los defensores de los derechos humanos enumeran los crímenes de guerra cometidos en Libia. Según el grupo Physicians for Human Rights, que cita a cuatro testigos anónimos, los soldados de Gaddafi obligaban a los niños de Trípoli a encaramarse sobre los tanques para impedir los bombardeos de la OTAN. La entidad también dice tener a su disposición documentos en los que Gaddafi ordenaba a sus soldados que saquearan las casas de los civiles. La organización Amnesty International afirma que las tropas gubernamentales mataron a varios reclusos en dos centros penitenciarios de Trípoli.

La Oficina de Ayuda Humanitaria de la Comisión Europea (ECHO) ha sumado a los crímenes de lesa humanidad una causa más: los soldados de Gaddafi cortaron el suministro de agua en Trípoli, por lo que la ONU se ve obligada a transportar en barcos unos 500.000 litros diarios para los rebeldes.

Mientras las fuerzas leales al coronel tratan de repeler los ataques a toda costa, desmienten las acusaciones, advierten sobre los cientos de víctimas causados por los bombardeos de la OTAN y llaman a los ciudadanos a defender el país de la invasión extranjera.

Mientras las fuentes rebeldes celebran la victoria con manifestaciones y fuegos artificiales, la gran incógnita de la historia sigue siendo el propio Muammar Gaddafi. Su paradero es uno de los enigmas pendientes por resolver. Medios extranjeros lo han enviado ya a Venezuela, la República Sudafricana y ahora el destino más probable podría ser Argelia, donde se encuentran ya su esposa y tres de sus hijos. En medio de las suposiciones se vuelven a alzar las voces de los representantes oficiales: Gaddafi sigue en Trípoli, jamás ha salido y está dispuesto a negociar.

La maquinaria de propaganda en todos los campos funciona a todo vapor. Los mensajes que llegan desde Libia son un claro indicio de que en el país magrebí las guerras libradas son dos. ¿Cuál es la más importante? ¿Bastará con ganar la contienda propagandista para asegurarse la victoria en el campo de batalla?

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