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Urbes industriales rusas, herencia soviética a punto de desaparecer

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Tras el derrumbe de la URSS, Rusia heredó las llamadas “monociudades”, o urbes que se formaron alrededor de una planta industrial. Ahora muchas de ellas están en una situación deplorable.
Urbes industriales rusas, herencia soviética a punto de desaparecer

Tras el derrumbe de la URSS, Rusia heredó las llamadas “monociudades”, o urbes que se formaron alrededor de una planta industrial. Ahora muchas de ellas están en una situación deplorable.

Quizá el ejemplo más conocido es la ciudad de Tolyatti, famosa por su planta gigante AvtoVaz, que producía los coches Lada. Sus más de 400.000 habitantes eran como la mayoría de soviéticos, obreros de la planta o de la muchas fábricas de armas que existían en la extinta URSS.

En total, en Rusia hay 350 ciudades como esta y pese a un programa estatal que les asigna  enormes sumas para su manutención, el 17% de ellas está en una situación deplorable.

Gorojovets, una ciudad ubicada en Rusia central, vive su época más dura. La única fábrica de la zona que empleaba a cientos de personas dejó de funcionar dejando a sus habitantes sin dinero... pero llenos de nostalgia y esperanza.

Sus oxidadas chimeneas hace tiempo que dejaron de funcionar, pero Tatiana Grigórieva pasea frente a ellas con el corazón en la mano. En las casi dos décadas que trabajó en esta fábrica de cereales vio cómo la empresa pasó de manos rusas a las del gigante Kellogg’s y después a las de nadie.

“¡Mi querida fábrica! Ésta es la zona de producción donde yo estaba. ¡Qué pena! Y aquí hacíamos la producción en cadena. Lo extraño. No puedo evitarlo. No soporto no estar trabajando ahí”, dice la ex obrera.

Después de funcionar durante más de 70 años, la fábrica cerró sus puertas dejando a cientos de familias de la localidad de Gorojovets en la calle. Esta planta fue el principal sustento económico de la zona y ahora muchos como Tatiana se deeseperan al ver que sus planes para el futuro se desmoronan.

“La gente está en un shock emocional porque la ciudad es pequeña y no hay trabajo. Esta fábrica lo era todo para nosotros, para las 734 personas que laborabamos aquí. En muchos casos toda una familia laboraba en ella y ahora no tienen qué comer. Aquí no hay más trabajo y en un año la ciudad comenzará a morirse”, aclara Tatiana.

Pese a que la multinacional estadounidense Kellogg’s ofreció a cada uno de los trabajadores generosas indemnizaciones, todavía son muchos los que se niegan a tirar la toalla y se reúnen con la esperanza de que la empresa tome una decisión en beneficio de sus ex empleados.

Manifestarse ante las instalaciones desalojadas es lo único que le queda a este grupo de ex trabajadores. Muchos de ellos dedicaron toda su vida a esta empresa, al igual que sus padres y abuelos.

Pero la situación es todavía más grave para las familias que tenían esta planta como única fuente de ingresos.

“Estoy destrozada. Cuando la fábrica cerró, casi no podía ni caminar. Pensaba que me iba a dar un infarto. Y no era la única. Ese día llamaron a la ambulancia 18 veces. me faltaba poco para jubilarme y ya no voy a encontrar otro trabajo. Mi hijo trabajaba aquí y mi nuera también. No sé cómo vamos a ganarnos la vida ahora”, asegura Albina Zaitseva, otra ex trabajadora.

“No tengo esperanzas en el futuro. Tengo una hipoteca, mi hijo tiene 20 años y lo he criado sola. No sé cómo haré para llegar a final de mes. Ojalá que la fábrica vuelva a funcionar”, expresa Galina Zínina.

Pero este deseo parece estar lejos de cumplirse. Si bien la empresa le ha notificado que está buscando un comprador interesado en ponerla de nuevo en marcha, Tatiana asegura que Kellogg’s incluso ya ha retirado la maquinaria.

Por el momento sólo la esperanza es la única cosa que mantiene a este millar de ciudadanos y los anima a buscar alternativas para seguir adelante y mantener con vida la localidad de Gorojovets.

 

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