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Irina y Ana, dos jóvenes cambiadas al nacer con un destino incierto

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Este lunes en la ciudad rusa de Kopéisk continúa el juicio contra un hospital local que hace 12 años confundió a dos recién nacidos. El tiempo para iniciar acciones legales contra un culpable concreto expiró hace mucho. No obstante, las familias esperan conseguir que el hospital les recompense po
Irina y Ana, dos jóvenes cambiadas al nacer con un destino incierto

Este lunes en la ciudad rusa de Kopéisk continúa el juicio contra un hospital local que hace 12 años confundió a dos recién nacidos. El tiempo para iniciar acciones legales contra un culpable concreto expiró hace mucho. No obstante, las familias esperan conseguir que el hospital les recompense por el daño moral.

En el caso de Yulia Beliáeva, una de las afectadas, cuando empezó a divorciarse su marido le dijo que no iba a pagar ninguna pensión alimenticia porque la pequeña Irina no era su hija. Argumentó que la chica no se le parecía nada físicamente, ni a su mujer. No hubo otro remedio para convencerle que realizar las pruebas de ADN. Los resultados horrorizaron a los esposos. Ninguno de los dos era el progenitor biológico de su hija.

Yulia confesa: "Lo primero que pensé es que Irina nunca debía saber nada de eso. Luego vino la pregunta: '¿Dónde estará mi hija biológica? ¿Y si la abandonaron y vive en un orfanato?' Decidí que movería cielo y tierra, pero la encontraría".

La policía consiguió localizar a la pequeña perdida. Vivía en una aldea vecina, en la familia de los Iskandérov. En ningún momento los lskandérov habían sospechado que Ana, a la que criaban y querían durante más de 12 años, no era suya.

Yulia recuerda que cuando se encontró con el padre de Ana, Naimat, y le contó todo, el hombre se quedó mudo: "Durante unos 40 minutos él miró la foto de mi Irina sin poder pronunciar ni una sola palabra". Las pruebas de ADN no dejaron dudas: las bebés habían sido intercambiadas.

Las dos familias quieren ahora que las dos pequeñas vivan con ellos: "Ana ha sido mi niña tantos años. Siempre será mía. Y la otra también", asegura Naimat.

Las chicas viven ahora entre dos hogares: ninguna quiso abandonar a su familia 'adoptiva'. Pero esta situación preocupa mucho a los más cercanos. Señalan que las niñas se sienten perdidas. Según los padres, se han metido en su caparazón y han empezado a tener problemas con sus estudios.

"Nadie se da cuenta qué dolor sufrimos", dice Naimat. "Todos piensan que somos felices porque hemos encontrado a nuestras hijas. Pero la felicidad no tiene nada que ver con todo eso", sostiene. Yulia, por su parte, lamenta: "Este hospital me robó la maternidad y a las niñas, su destino".

A las familias les dijeron que no valía la pena buscar un culpable, ya que no se podrían presentar cargos ni iniciar acciones legales por negligencia, al haber sido hace demasiado tiempo y haber expirado. Entonces, Yulia y los Iskandérov solicitaron del hospital una compensación por el daño moral causado por un total de 10 millones de rublos (unos 300.000 dólares). Comentan que para ellos conseguir una recompensa digna es una cuestión vital. Entonces, podrán construir o comprar dos casas, una al lado de la otra, para poder estar más cerca de sus hijas biológicas todos los días. Es la única solución que pueden imaginar.

Sin embargo, el hospital no está de acuerdo. Sus representantes sostienen: "Estamos dispuestos a pedir perdón a las familias. Y ya lo hemos hecho, públicamente. Toda Rusia lo sabe ya". Sin embargo, comunican que no pueden compensar el daño moral, ya que no tienen dinero para eso.

En la primera audición del caso, que tuvo lugar el 28 de octubre, la clínica presentó un certificado donde los expertos aseguran que ninguna de las niñas sufre trastornos nerviosos o psicológicos. Con lo que concluyen que la vida en una familia 'ilegítima' no les causó ningún sufrimiento moral.

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