La mentira sustituye a la flema como característica de los británicos

La crisis económica no es lo único que debería preocupar al Reino Unido. Los científicos detectaron una importante crisis de valores en Gran Bretaña, donde la gente está cada vez más dispuesta a mentir, saltarse las reglas y confía menos en el prójimo.

Según un estudio de la Universidad de Essex, en los últimos años creció el número de personas que serían capaces de ser infieles con su pareja, tener relaciones sexuales con menores de edad, conducir en estado de embriaguez y mentir. Además, la gente se hizo más tolerante con la falta de sinceridad.

Desconfianza a lo grande

Los científicos hablan de una crisis de confianza hacia grupos sociales y organizaciones. Así, por ejemplo, uno de cada tres británicos no cree a los políticos. Esto, que puede parecer algo más o menos común, ha ido acompañado por otro dato menos habitual: los ciudadanos también han perdido la confianza en las organizaciones no gubernamentales, que conservan solo la simpatía de un 42% de la población.

Mentiras cotidianas

En 2000 un 70% de los británicos decía que nada podría justificar un adulterio, pero a principios de 2012 sólo son un 50% los que piensan así. En cambio, si hace una docena de años había un 60% de los que están dispuestos a llevarse el dinero que alguien ha dejado caer al suelo, ahora ya son un 80%.

Todos son iguales ante la mentira

Según el estudio, la condición social, educación o ingresos no son factores que influyen en la disposición a engañar. Tampoco las mujeres son mucho más honestas que los hombres. Sin embargo, la gente mayor es menos tolerante con las mentiras que los jóvenes. Por ejemplo, solo un 33% de los menores de 25 años asegura que no darían información falsa en su curriculum, tampoco lo haría un 41% de las personas de mediana edad, mientras que más de la mitad de los ancianos lo ven como algo inaceptable.

Consecuencias

Los científicos advierten de las graves consecuencias que puede acarrear esta tendencia para el futuro de la sociedad, sobre todo cuando los jóvenes de hoy en día empiecen a ocupar altos cargos. Entonces podrán surgir problemas de desintegración social e ineficacia en la colaboración entre las personas, lo que afectará a la calidad de la educación o del sistema sanitario, entre otras esferas sociales.