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Enésima huelga de la enseñanza en España: entre el 15-M y el 20-N

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España, cada vez más castigada por la crisis de la deuda pública, afronta otra jornada de huelga, en este caso de los estudiantes y trabajadores de la enseñanza universitaria. Como telón de fondo, el movimiento de los 'indignados' del 15-M y las cercanas elecciones generales del 20 de noviembre.
Enésima huelga de la enseñanza en España: entre el 15-M y el 20-N

España, cada vez más castigada por la crisis de la deuda pública, afronta otra jornada de huelga, en este caso de los estudiantes y trabajadores de la enseñanza universitaria. Como telón de fondo, el movimiento de los 'indignados' del 15-M y las cercanas elecciones generales del 20 de noviembre.

Aunque hoy no acudirán a las aulas, multitud de estudiantes y trabajadores de la enseñanza universitaria en España madrugaron para iniciar los actos de protesta. En una huelga que algunos medios locales califican como “al estilo 15-M” por su organización y por la forma en que se ha convocado (mediante la aprobación por parte de varias asambleas), los estudiantes barceloneses han cortado el tráfico a primera hora de la mañana en dos de las principales vías de la ciudad: la Diagonal a la altura de la Zona Universitaria y la Gran Vía en la plaza de la Universidad. Son los primeros actos de una jornada que tendrá sus principales eventos durante la tarde.

En la capital, Madrid, la protesta coincide con la ya tradicional marcha de los profesores y alumnos de secundaria, que siguen sus actos reivindicativos de la educación pública, exigiendo que no se recorten los fondos dedicados a ella y que no se privatice. Los dos grupos acudirán juntos a la manifestación que se llevará a cabo en el centro de la capital a las 18:00 (hora local), con destino final en la Puerta del Sol, el lugar más emblemático del movimiento 15-M.

El país vive momentos convulsos, aunque no tanto como cabría suponer de un Estado en el que hay más de un 20% de desempleo (cerca de cinco millones de personas) y que ya ha iniciado el camino de los recortes presupuestarios para intentar paliar la crisis de la deuda. Esta, además, se agudiza en los últimos días: hoy mismo la prima de riesgo de la deuda española se acerca peligrosamente a los 500 puntos (ha alcanzado los 499), mientras que los tipos de interés de la misma podrían alcanzar el 7% en la subasta de la presente jornada. Por decirlo en otras palabras: España se acerca al punto en el que tuvieron que ser rescatadas las economías de Irlanda, Grecia y Portugal.

En esta situación, parece evidente que tendría que darse una contestación social creciente, pero las cosas se mantienen relativamente tranquilas por el momento. El movimiento que se ha encargado de encauzar todo el descontento reinante es el del 15-M, los ‘indignados’, que siguen realizando su particular ‘campaña política’ de cara a las elecciones generales que se celebrarán este domingo, 20 de noviembre.

Una oposición fuera del Parlamento

A dos días de las elecciones, lo que algunos consideran la oposición real no se encuentra en el Parlamento. De hecho, no es ni tan siquiera un partido político. El movimiento del 15-M y Democracia Real Ya, quieren funcionar como catalizadores del descontento mayoritario que, según parece, hay con el sistema político español.

Ese malestar no es tan solo una suposición, sino un hecho estadístico: si todos aquellos que no votan o votan en blanco se pusieran de acuerdo para entregar su sufragio a un solo partido, este ganaría en número de votos (lo que, en España, no significa necesariamente ganar en número de diputados, a causa de su complicado sistema electoral, contra el que también clama el movimiento 15-M). Al menos así ha sido en gran parte de las elecciones que han tenido lugar en el país desde la llegada de la democracia en los años 70.

Desde hace casi 30 años, solo han gobernado dos partidos: el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Un caprichoso sistema electoral que prima el voto en las localidades pequeñas, ha terminado por relegar al tercer partido en votos a unos pobres dos diputados, convirtiéndose así, curiosamente, en el séptimo partido en representación parlamentaria.

Factores como estos, agudizados por la crisis económica, son los que han motivado el surgimiento del movimiento 15-M (y de otros muchos en torno a él) a favor de una democracia más representativa. Como fuerza política, serían ‘temibles’ para los partidos mayoritarios, si lograran aglutinar a parte de los votantes de los partidos ‘minoritarios’ y a los abstencionistas y votantes en blanco. De momento, abogan por retirar el voto a todos los partidos mayoritarios (entre los que incluyen a los ‘dos grandes’ y a los nacionalistas periféricos, PNV y CiU, mayoritarios en sus circunscripciones) o votar en blanco, para evitar así que la abstención favorezca a estos grupos que llevan decenios en el poder. Sin embargo, el movimiento no tiene una línea común y engloba a múltiples sensibilidades y proyectos políticos y sociales, al igual que los abstencionistas no albergan similares razones para no consumar su derecho al voto, por lo que resulta difícil pensar en ningún vuelco electoral extraño durante estos últimos días.

Si todo sigue el camino esperado y marcado por las encuestas, el PP aplastará al PSOE en los comicios, consiguiendo una mayoría absoluta que, según algunos sondeos rozaría los 200 diputados y según otros, se quedaría en torno a los 190, sobre un total de 350 representantes parlamentarios.

De manera que en un momento en el que surge un movimiento con cierto seguimiento para exigir el final de un bipartidismo que ha llevado a España al borde de la quiebra, aproximadamente el 35% del total de votantes del país elegirán a uno de los gobiernos más monolíticos y con más poder de la historia reciente del país. Y uno de los dos partidos mayoritarios, el PP, podrá hacer y deshacer a su antojo, sin necesidad de pactar o negociar con absolutamente nadie. El 65% restante de la población adulta y en especial el tradicional 30% de abstencionistas o votantes en blanco, tendrán que esperar a la llegada de tiempos mejores para sus intereses políticos. Por ahora gobernará la mayoría. Una mayoría de no más de un tercio de la población.

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