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Rusia no quiere más revoluciones

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Últimamente, diversos políticos de EE. UU. especulan sobre las manifestaciones postelectorales en Rusia y predicen en las redes sociales una 'primavera árabe' en el país. Los analistas advierten que se trata de una nueva 'guerra psicológica', mientras las autoridades rusas aseguran que no tolerar
Rusia no quiere más revoluciones

Últimamente, diversos políticos de EE. UU. especulan sobre las manifestaciones postelectorales en Rusia y predicen en las redes sociales una 'primavera árabe' en el país. Los analistas advierten que se trata de una nueva 'guerra psicológica', mientras las autoridades rusas aseguran que no tolerarán ninguna injerencia.

Por ejemplo, en los blogs de los políticos estadounidenses se pueden encontrar declaraciones amenazantes como: “Estimado Vlad, la 'primavera árabe' está cada vez más cerca de ti”, que apareció en la cuenta de Twitter de senador John Mc Cain, conocido por su oposición constante a reanudar las relaciones con Rusia.

La frase se dirige a Vladímir Putin, el primer ministro de Rusia, y con sarcasmo hace referencia al clima postelectoral del país, donde se registran manifestaciones tanto de defensores como de detractores de los resultados de comicios parlamentarios.

De hecho, parece existir deliberados intentos de dramatizar la situación en Rusia, como si en las calles del país se estuviera repitiendo el escenario de la plaza egipcia de Tahrir, donde empezó la revolución en estre país norafricano.

Las intenciones reales de los políticos estadounidenses no son analizar los resultados de las elecciones, sino criticar fuertemente sin fundamento, como hizo la secretaria de Estado de EE. UU., Hillary Clinton.

No les preocupa si las elecciones fueron justas o no, o si se registraron algunas irregularidades, porque EE. UU. está involucrado en un plan multifacético para debilitar a Rusia y desprestigiar su gobierno, considera el analista político Adrián Salbuchi. "Es una nueva técnica de EE. UU. y de sus aliados para instigar problemas dentro de los países que se oponen a su política”, dice.

Después de los recientes comicios parlamentarios, miles de manifestantes en contra y en defensa de los resultados salieron a las calles de la capital rusa.

“Muchos de ellos son representantes de la clase media que se formó gracias a las políticas del gobierno actual. Hace 4 años la clase media prácticamente no existía en el país. Si en los años 90 la pregunta que se planteaba la gente era ¿cómo sobreviviremos?, ahora es ¿de qué manera vamos a vivir?”, dice Robert Shlegel, diputado del Parlamento ruso.

En la memoria de muchos rusos aún están vivos los recuerdos de su propia “Tahrir” de los años 90. La perestroika, la desintegración de la Unión Soviética, los trastornos económicos y políticos. La mayor catástrofe geopolítica del siglo XX, como a menudo se le llama, aún resuena en la sociedad actual.

“Después del caos y la anarquía de los años 90, los rusos literalmente están rezando por la estabilidad del gobierno. La gente tiene miedo de que todo se derrumbe otra vez”, asegura el analista político Serguéi Markov.

Según numerosas denuncias, las revoluciones que azotan Medio Oriente podrían estar incentivadas por terceros países con un fin lucrativo. Los líderes rusos, incluso el primer ministro ruso Vladímir Putin, subrayaron en reiteradas ocasiones que no tolerarán ninguna intervención en los asuntos internos del país, aunque sí están dispuestos a la colaboración.

Durante las manifestaciones postelectorales las autoridades han señalado que la gente puede defender su postura siempre y cuando no viole la ley. Para la sociedad rusa que hace 20 años dejó atrás su pasado soviético y comenzó a caminar hacia la democratización, esta tolerancia política resulta ser una prueba importante del avance alcanzado.

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